Así se desprende de un estudio publicado en la revista Animal Behaviour en el que participan investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), en colaboración con las Universidades Complutense (UCM) y Autónoma de Madrid (UAM).
La competencia entre hermanos de una misma camada o nido por el alimento proporcionado por sus progenitores afecta siempre a los más débiles, pero en el caso de las avutardas (‘Otis tarda’) esta desventaja suele afectar más al pollo hembra, al ser los machos mucho más grandes en tamaño y, por tanto, más competitivos que ellas. Y esta competencia entre ambos sexos puede acabar con la muerte por inanición de la hermana.
Así se desprende de un estudio publicado en la revista ‘Animal Behaviour’ en el que participan investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), en colaboración con las Universidades Complutense (UCM) y Autónoma de Madrid (UAM).
Los pollos de avutarda tienen un periodo de dependencia materna de entre 6 y 18 meses. Aunque durante este periodo buscan ellos mismos su comida, reciben alimento adicional de la madre. Según explica el investigador del MNCN Juan Carlos Alonso, para alcanzar el tamaño adulto, los pollos macho necesitan crecer más rápido y, por tanto, demandan más cuidados maternos que sus hermanas.
«Sabemos que el cuidado que la madre proporciona al pollo influye directamente en el éxito reproductivo de sus hijos cuando alcanzan la madurez, pero no en el de sus hijas», añade Alonso.
Además, señala que en especies poligínicas, en las que un macho exitoso fecunda a numerosas hembras, y cada una de éstas puede criar a uno o dos pollos por temporada, un hijo bien criado puede proporcionar muchos más nietos a su madre que una hija. «Con estos datos cabría esperar que las madres de dos pollos de distinto sexo atendieran más al macho que a la hembra, para tener más descendencia», justifica.
Diferentes interacciones según el tipo de familia
Para el estudio, los investigadores observaron las interacciones entre los pollos y sus madres en familias con dos pollos de diferente sexo, comparándolas con familias de dos pollos hembra, dos pollos macho, y un solo pollo.
Así, los científicos comprobaron que en familias con dos pollos de sexo diferente, los hijos recibían alimento de sus madres el doble de veces que las hijas, pero no por «preferencia materna», según advierte Alonso. El investigador revela que lo que ocurría es que los pollos macho permanecen más cerca de la madre que sus hermanas, consiguiendo así más comida. «Cuando la madre captura una presa y la ofrece a ambos pollos, casi siempre es el macho quien la alcanza antes», apunta.
En familias con pollos del mismo sexo, ambos reciben alimento con la misma frecuencia, y en las de un solo pollo hembra, ésta recibe más comida de su madre que cuando comparte la atención materna con un hermano.
«Nuestra conclusión es que las diferencias entre pollos macho y hembra en familias mixtas no implican una voluntad de manipulación por parte de la madre, sino que es la mayor competitividad de los machos, consecuencia de sus mayores requerimientos alimentarios derivados del fuerte dimorfismo sexual de esta especie, la que determina que las hermanas reciban menos alimento y sufran mayor mortalidad cuando tienen un hermano que cuando están solas», concluye Alonso.