Las especies invasoras, amenaza constante de la biodiversidad en Cataluña

Publicado el: 14 de septiembre de 2010 a las 10:52
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Las especies invasoras

Más de 900 especies exóticas en Cataluña

Ejemplos en el territorio catalán hay muchos. Los más conocidos, de entre los recientes, son quizás el mejillón cebra y el mosquito tigre. Y el visón americano, que entró a principios de los años 80, al escapar algunos ejemplares de las granjas de cría, y que ha tenido un impacto importante en los turones y los visones autóctonos. Otro efecto, localizado en los Ríos Matarranya y Algars, ha sido la disminución del cangrejo europeo ante la presencia del cangrejo rojo americano, que ha pasado a ser la especie dominante. Entre las aves, hay diez especies exóticas que se están reproduciendo con éxito, y en el caso de los peces, más de la mitad de las especies actuales son de origen externo.



Pero esto es sólo la punta del iceberg. La primera evaluación de invasiones biológicas en Cataluña ha detectado más de 900 especies: 24 de algas, 657 de plantas, 34 de peces (como la carpa y el pez de balsa), 3 de anfibios, 6 de reptiles (destaca la tortuga de Florida), 159 de aves (cotorras y pato mandarín, entre otros) y 9 de mamíferos (incluyendo la rata común). Y todo ello sólo con la recopilación de información ya existente y sin tener en cuenta los insectos y otros invertebrados. Los autores de la evaluación creen que pueden ser muchas más.

La presencia es más elevada en el territorio litoral y prelitoral: las costas metropolitanas, los corredores prelitorales y las llanuras con regadíos presentan condiciones más favorables que los secanos interiores, las sierras forestales y el Pirineo.



El proceso de invasión, y las consecuencias
La invasión biológica comienza con la llegada -accidental o intencional, pero generalmente ligada a la acción humana- de nuevas especies en un territorio. Muchas desaparecen al poco tiempo, pero un pequeño porcentaje consigue establecerse. De estas, algunas tienen potencial invasor, y pueden llegar a tener un fuerte impacto.

De entrada, las especies exóticas ponen en peligro las autóctonas porque suponen una competencia directa por los recursos del territorio: por el alimento, por los espacios de refugio y nidificación o por la luz necesaria para hacer la fotosíntesis. Y también porque pueden transmitir enfermedades nuevas a otros animales y a sus depredadores e, incluso, pueden llegar a transformar el funcionamiento de todo un ecosistema. Además de las consecuencias directas para la biodiversidad, algunas especies invasoras traen consigo también efectos económicos -sobre la pesca y la agricultura, por ejemplo, pero también con el colapso de infraestructuras que ha creado el mejillón cebra. Y hay que añadir los gastos de gestión que suponen. En la última década, los diversos planes de control de especies invasoras en España han costado más de 50 millones de euros, y sólo la gestión de la caña de la ribera de los ríos por parte de la Agencia Catalana del Agua tiene un coste de tres millones anuales desde el año 2000.

A esto hay que sumar los efectos sobre la salud, como la aparición de nuevas alergias o la proliferación de mosquitos al aumentar las plantas acuáticas, y la pérdida del valor paisajístico o de uso recreativo de algunos espacios naturales. La magnitud del problema traspasa pues el ámbito de los científicos y es también de carácter social.

Las claves del éxito: el oportunismo ecológico y los cambios de comportamiento
No todas las especies que llegan a un nuevo territorio se convierten en invasoras. De hecho, la posibilidad de fracaso en la introducción de una especie es muy elevada. Pero algunas tienen un éxito abrumador. Es el caso, por ejemplo, de la invasión del estornino europeo en el continente norteamericano. A finales del siglo XIX se liberaron 70 individuos en el Central Park de Nueva York, dentro de un plan que pretendía introducir todos los pájaros que aparecían citados en las obras de Shakespeare. En menos de un siglo el estornino europeo se había extendido y era abundante en todo el continente.

Pero ¿por qué triunfan unas especies y otras no? No hay una respuesta única y simple, sino que depende de un conjunto de factores, y entre las aves se encuentran ejemplos muy clarificadores. Uno de los más importantes es que la especie encuentre un nicho ecológico adecuado. Es decir, que tenga recursos para sobrevivir, unas condiciones ambientales propicias para reproducirse y mecanismos para hacer frente a posibles enemigos. Y todo esto a menudo lo encuentran cerca de los humanos. Así, algunos pájaros exóticos se han mostrado claramente oportunistas a la hora de instalarse en nuevos lugares. El entorno urbanizado (ciudades, pueblos o zonas agrícolas) les proporciona alimento que suministran las personas, y apenas registra la presencia de depredadores.

Por otra parte, las especies se adaptan a las nuevas condiciones, o bien mediante cambios fenotípicos, como la modificación de la forma del pico en función del tipo de alimento, o bien ideando nuevos comportamientos. Así, algunos pájaros han aprendido a hacer migas de pan que lanzan al agua para atraer a los peces de que se alimentan, o a tirar frutos secos de cáscara dura sobre el asfalto desde cierta altura para abrirlos y poderlos comer.

Las plantas, las más numerosas
De las 657 plantas exóticas detectadas hasta ahora en Cataluña, el 46% son de tipo ornamental: se empezaron usando en jardinería y se han extendido a partir de allí. El 24% son especies utilizadas en agricultura o silvicultura, y el 30% han sido introducidas de forma involuntaria. Medio centenar de ellas son calificadas como invasoras problemáticas. Es el caso del bálsamo (Carpobrotus spp.), una planta ornamental proveniente de una región de Sudáfrica de clima mediterráneo, y que resulta muy agresiva en las zonas de costa y de dunas. Se extiende en forma de alfombras que impiden el crecimiento de otras especies, con las que compite por el agua y los nutrientes. (Véase la fotografía).

Las algas, difíciles de estudiar
El mar es donde se hace más evidente el efecto de la globalización del transporte para la expansión de especies exóticas. Un estudio del agua de lastre (la que los grandes barcos cargan en las bodegas cuando no llevan mercancía para mantener el peso y la estabilidad que necesitan) de un mercante japonés detectó 367 especies. Y a eso hay que sumar los organismos que se incrustan en el casco y, sobre todo, las grandes canalizaciones: la apertura del canal de Suez supuso la entrada en el Mediterráneo de más de 400 especies. Además, se introducen algunas especies de forma deliberada, como la almeja japonesa o el alga wakame; o como efecto colateral, como en el caso de las algas que han llegado con las ostras que se llevan para criar en el delta del Ebro.

Actualmente, la principal vía de entrada de nuevas especies marinas en el litoral catalán es la acuicultura, y aproximadamente el 10% de las algas son introducidas. Estudiar el impacto es mucho más complicado que en el caso de la especies terrestres, y los intentos de eliminación de nuevas especies suelen acabar en fracaso. Sin embargo, los expertos afirman que la mayoría de aguas catalanas están, por ahora, poco afectadas, y además han detectado que algunas especies de peces han modificado la dieta y comienzan a comer las nuevas especies de algas, con lo que frenan la expansión. Por ejemplo el verano pasado se descubrió que el pescado vegetariano popularmente conocido como la Salpa se come de forma preferente el alga invasora Caulerpa racemosa (en la fotografía) y esto podría detener su invasión en la costa catalana .

Aspectos legales y gestión de las bioinvasiones
Hasta hace muy poco, el marco legal no había creado ningún mecanismo de protección contra las especies exóticas. A pesar de conocer el problema, las leyes decían poco y de manera demasiado genérica, sin incluir restricciones concretas. La ley española de patrimonio natural y biodiversidad de 2007 especifica por primera vez la prohibición genérica de posesión, transporte, tráfico y comercio de una serie de especies recogidas en un catálogo de especies exóticas. Pero lo cierto es que el catálogo aún se encuentra en proceso de elaboración. En Cataluña también se está trabajando para crear un catálogo de especies amenazadas e invasoras del territorio.

La gestión tampoco resulta fácil. Los expertos reclaman más recursos para la investigación para poner a punto métodos específicos que permitan evaluar la capacidad invasora de las especies y el «grado de invasibilidad» de los hábitats donde llegan, y poder crear así los mecanismos de prevención y de control más adecuados a cada territorio. En la mayoría de los casos en que se ha actuado hasta ahora, se ha optado por acciones de erradicación como el arrancado de plantas, pero a menudo sin un seguimiento posterior ni planes de restauración de aquellos espacios con especies autóctonas.

Este reportaje se ha elaborado con la información expuesta durante el seminario ‘Especies invasoras’, organizado por Departamento de Medio Ambiente y Vivienda con motivo del Año Internacional de la Diversidad Biológica, y especialmente a partir de las ponencias de Jordi Ruiz (DMAH ), Daniel Sol (CREAF y CEAB-CSIC), Juan Pino (CREAF y UB), Jara Andreu (CREAF), Enrique Ballesteros (CEAB-CSIC) y Beatriz Rodríguez Labajos (Agencia Catalana del Agua).

www.sostenible.cat – Anna Boluda

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