La familia de los équidos se originó en América del Norte hace unos 60 millones de años y su evolución llevó a una amplia diversificación en géneros que concluyó al final del Pleistoceno tras una gran extinción.
Los investigadores han analizado los restos de 22 fósiles de la época pertenecientes a Eurasia, África y América. Los resultados del trabajo muestran que la diversidad equina de finales del Pleistoceno se reduce a tres grandes linajes genéticos.
Según explica María Teresa Alberdi, investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la diversidad de los caballos del Pleistoceno se ha sobreestimado y existe sinonimia entre las especies catalogadas debido a las diferencias morfológicas debidas a la adaptación a distintos ambientes.
La investigadora del CSIC añade que «las variaciones gene*ticas entre unos y otros son muy pequen*as a pesar sus grandes diferencias fi*sicas, que debieron ser consecuencia de la influencia ambiental». No obstante, Alberdi opina que «au*n queda mucho por hacer en este campo ya que nunca se ha hecho una revisio*n sistema*tica en detalle de la etapa final de la evolucio*n de los e*quidos».
Los tres linajes genéticos identificados por los investigadores se corresponden con los caballos de Eurasia, los caballos americanos y las cebras del continente africano.
Los caballos del denominado viejo mundo (Eurasia) se caracterizan por ser de pequeña talla y todas sus variedades pertenecen al género Equus, el único del que se conservan especies vivas como el caballo dome*stico (E. caballus), la cebra comu*n (E. quagga) y el burro (E. africanus asinus). Los datos muestran las grandes afinidades entre los asnos salvajes de Asia o hemiones (‘Equus hemionus’) y los extintos asnos europeos (E. Hydruntinus), una subespecie de los primeros.
Los caballos americanos se corresponden con los équidos hippidiformes, los caballos esbeltos y los caballinos. En este segundo linaje, los caballos esbeltos son endémicos de América y están relacionados con los hemiones de Eurasia. Por otro lado, destaca el género Hippidion caracterizado por un gran cráneo en el que destaca la retracción de las fosas nasales y el alargamiento y estrechamiento del hueso nasal.
El tercer linaje es el correspondiente a las cebras, restringidas a África. En este grupo las especies están relacionadas entre sí y separadas del ‘E. Hydruntinus’, con el que según señala Alberdi siempre se pensó que tenía una estrecha relación.
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