Las organizaciones ecologistas DEPANA, Ecologistas en Acción de Cataluña, GEPEC-EdC, Greenpeace e IPCENA denuncian públicamente que los escasos bosques maduros que aún quedan en Catalunya están siendo talados y piden a la Generalitat que ponga fin a esta práctica.
“Los bosques maduros son los ecosistemas terrestres más complejos, ricos y estables de Catalunya, pero también son muy escasos”, ha declarado Joan Cuyàs de DEPANA. “Sus características ambientales, estéticas y educativas les otorga un valor económico muy alto, muy superior al valor de la madera que se pueda obtener de ellos”.
Esta denuncia de los ecologistas se produce tras la constatación de la pérdida de, aproximadamente, la cuarta parte de los bosques incluidos en el inventario de bosques singulares realizado por el CREAF (Centre de Recerca Ecològica i Aplicacions Forestals) durante los años 2009 y 2010. Así lo afirman los estudios Pobres bosques antiguos, Mèdol paradigmático y Retos para preservar los bosques maduros en Cataluña. II Jornades sobre boscos madurs. Santa Coloma de Farners, 2013. Este inventario, realizado por encargo del entonces Departamento de Medio Ambiente y Vivienda, entre los que se incluyeron los pequeños bosques centenarios (antiguos y maduros) que quedaban en Catalunya, tenía como objetivo “catalogar los mejores bosques a escala comarcal y de país, atendiendo a los diversos usos y valores del bosque”.
“Se estima que la cuarta parte de los bosques viejos inventariados por el CREAF han sido cortados total o parcialmente”, ha declarado Joan Vázquez de IPCENA. “Este patrimonio era de un valor irrecuperable y se ha perdido para siempre”.
Los poco más de 200 bosques centenarios incluidos en el inventario del CREAF, que cubrían una superficie de 2.355 hectáreas (equivalentes al 0,3% de la superficie forestal arbórea de Catalunya), eran representativos de la diversidad forestal y estaban formados por pequeños rodales, generalmente inferiores a 10 hectáreas, enclavados dentro de bosques con menor valor, que se habían librado de las talas forestales y los incendios desde hace siglos. En los pocos casos donde se había podido realizar una prospección científica dentro de estos bosques habían aparecido casi siempre especies nuevas para la comarca, Catalunya o el mundo.
Tan solo el 10% de su superficie está protegida de una manera efectiva (reservas naturales, acuerdos de custodia del territorio, compra de derechos de tala, etc.), por lo que el 90% de la superficie de bosques más excepcionales de Catalunya se encuentra desprotegida, aunque se halle en espacios de la red Natura 2000. La mayoría de estos bosques centenarios son de propiedad privada, aunque también hay bosques maduros en terrenos de titularidad pública que tampoco se han librado de las talas.
“La falta de interés de la Administración por conservarlos, unida a la desatención de los bosques antiguos en la elaboración de la mayoría de los planes técnicos forestales y la crisis económica han puesto en la picota los bosques con mayor biodiversidad de Catalunya”, ha declarado Toni Bara, de GEPEC-EdC.
La comarca de la Garrotxa es la que tiene más superficie forestal autóctona de Catalunya y fue la primera donde, en 2004, la Institución Catalana de Historia Natural realizó un inventario de bosques maduros. Según los autores del inventario, en los últimos años se han cortado prácticamente todos los bosques centenarios que quedaban fuera del Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa con una sola excepción, que se pudo salvar in extremis: las 15 ha de un magnífico hayedo centenario, en el Bac de las Olletes, dentro del Espacio de Interés Natural del Collsacabra. En un estudio realizado en 2007 en tres rodales antiguos de encina, se encontraron 112 especies de líquenes diferentes, de los cuales 45 eran desconocidos en la comarca de la Garrotxa.
“Los bosques viejos, como el patrimonio artístico y cultural, nos permite mantener trozos de nuestra historia natural, que son evocadores de experiencias artísticas y estéticas. Saber respetar los árboles viejos y los bosques maduros de un país es un indicador de la cultura de un pueblo” ha señalado Miguel Ángel Soto, de la campaña de Bosques de Greenpeace.