Científicos han utilizado una de las luces más brillantes del Universo para exponer la estructura bioquímica de una planta fósil de 50 millones de años de edad a un efecto visual impresionante.
Un equipo de paleontólogos, geoquímicos y físicos investigó la química de unas hojas fósiles del Eoceno excepcionalmente conservadas, —procedentes de la Formación ‘Green River’ en el oeste de los Estados Unidos— mediante el bombardeo con rayos X más brillantes que un millón de soles producidos por aceleradores de partículas sincrotrón.
Investigadores de la Universidad británica de Manchester y de los aceleradores Diamond Light Source y Stanford Synchrotron Radiation de Estados Unidos, han publicado sus hallazgos , junto con imágenes sorprendentes, en la revista Metallomics; una de dichas imágenes es portada de la última edición de la revista Chemistry.
El autor principal, Nicholas Edwards, investigador postdoctoral en la Universidad de Manchester, dijo: «El sincrotrón ya ha demostrado su potencial en obtener nueva información a partir de fósiles, en particular el trabajo previo de nuestro grupo sobre la pigmentación en los animales fósiles. Con este estudio, hemos querido utilizar las mismas técnicas para ver si se podría extraer un nivel similar de información bioquímica de una parte totalmente diferente del árbol de la vida».
«Para hacer esto teníamos que probar la química de los fósiles de plantas, y ver si el material fósil se deriva directamente de los organismos vivos o resulta degradado y sustituido por el proceso de fosilización», explicó.
«Sabemos que la química vegetal se puede conservar durante cientos de millones de años: esta química preservada propulsa a nuestra sociedad en forma de combustibles fósiles. Sin embargo, esto es sólo la parte de ‘combustible’, hasta ahora nadie ha completado este tipo de estudio con los otros componentes bioquímicos de las plantas fósiles, tales como los metales«.
Al combinar las capacidades únicas de dos instalaciones de sincrotrón, el equipo fue capaz de producir imágenes detalladas de donde se encontraban los diversos elementos de la tabla periódica en ambas hojas, tanto en vida como en fósiles, así como ser capaces de mostrar cómo se combinan estos elementos con otros elementos.
El trabajo muestra que la distribución de cobre, zinc y níquel en las hojas fósiles era casi idéntica a la de las hojas modernas. Cada elemento se concentró en estructuras biológicas distintas, tales como las venas y los bordes de las hojas, y la forma en que estos elementos y el azufre era muy similar a la observada en las hojas modernas y en la materia vegetal en los suelos.
Los datos de un conjunto de otras técnicas ha llevado al equipo a concluir que la química de las hojas fósiles no proviene del todo de su entorno, como ya se ha sugerido, sino que representa al de las hojas vivas.
ep