Las ballenas son una de las especies marinas más icónicas de los océanos y desempeñan un rol esencial en la salud marina, y por extensión, en la de todo el planeta. Sus migraciones implican miles de kilómetros de viajes, que contribuyen a fertilizar y mantener la vida de los ecosistemas marinos que mueven.
Además, tienen un rol significativo en la captura de carbono, ya que sus heces impulsan la producción de fitoplancton que es capaz de capturar hasta el 40% de todo el dióxido de carbono (CO2) que el ser humano produce a nivel global y aporta a la atmosfera, más de la mitad del oxígeno.
A su vez, cuando las ballenas mueren, sus cuerpos se hunden hasta el fondo del mar llevándose consigo altas cantidades de carbono. Los expertos estiman que una ballena captura durante toda su vida, la misma cantidad de carbono que miles de árboles juntos.
La migración de las ballenas
Proteger a las ballenas durante sus migraciones largas es un desafío porque atraviesan hasta 12 aguas territoriales diferentes, cada una de las cuales tienen sus propias leyes, y también pasan un tiempo significativo en aguas internacionales. “El desafío es doble. Hay que predecir dónde estarán las ballenas con gran confianza y luego comunicar esta información dinámica a diferentes partes interesadas”, dijo Reisinger. Puede ser difícil seguir el ritmo. Aun así, hay optimismo. “La gente siente la urgencia ahora”, reflexiona.
Recientemente, Reisinger ayudó a analizar 30 años de datos correspondientes a ocho especies de ballenas para mapear «corredores azules» globales, que reflejan en qué puntos los movimientos de las ballenas se cruzan con amenazas dentro de áreas donde se alimentan, aparean, dan a luz y cuidan a sus crías, y a lo largo de sus rutas migratorias. Más de 50 grupos de investigación colaboraron en el informe «Protegiendo los Corredores Azules» junto a WWF. Desde su publicación, el informe -y más importante aún, el mensaje sobre la necesidad de proteger las rutas migratorias de las ballenas– ha aparecido en cientos de artículos en los medios y ha llegado a millones de personas en todo el mundo.
En sitios como California, disponer de este tipo de información ya está salvando las vidas de las ballenas. «Existe una herramienta llamada Whale Safe», explica Reisinger. Combina datos de seguimiento con hidrófonos para predecir dónde se encuentran las ballenas en la bahía de San Francisco y el canal de Santa Bárbara. Con esta información, se ajustan las velocidades y las rutas de los barcos para reducir el riesgo de colisiones fatales, las cuales son una gran amenaza en los puertos con mucho tráfico.
El informe se volverá aún más útil como herramienta en línea, interactiva y en evolución, algo que está actualmente en desarrollo. Y aunque los océanos cambian y los humanos trazan nuevos caminos a través de nuestro planeta azul, las ballenas todavía siguen sus propias rutas y las trazan casi tan vastas como el océano mismo.