Mañana se celebra, 22 de mayo, el Día de la Diversidad Biológica y con esta señalada fecha diversas organizaciones medioambientales ponen el foco en la importancia de los refugios climáticos comunitarios con varios objetivos sostenibles. Estos son, incrementar la biodiversidad de manera local, llevar a cabo una adaptación al cambio climático, así como formar comunidades resilientes.
No es algo baladí si se tiene en cuenta que las altas temperaturas son las responsables de que cada año en España haya más de 4.500 muertes y esté sobre la mesa la amenaza del 70% del territorio nacional en riesgo de desertificación. En este caso, es necesario tener cuanto antes ciudades habitables.
«Resulta vital que la implantación de refugios climáticos comunitarios se lleve a cabo de manera masiva, apoyada por las administraciones y generada por las vecinas, de tal forma que permita a la población enfrentarse a las olas de calor desde zonas verdes y con la construcción de vidas dignas» demandan.
Un día para recordar la importancia de los refugios climáticos comunitarios
En el marco del Día Internacional de la Diversidad Biológica, 22 de mayo, también conocido como Día de la Biodiversidad, organizaciones ecologistas publican el informe «Refugios climáticos comunitarios: construyendo en común rede de cuidados», donde se pone en valor la figura de los «refugios climáticos comunitarios», una herramienta que no solo permite el aumento de la biodiversidad a escala local, sino también la adaptación al cambio climático y la construcción de comunidades resilientes.
La realidad climática, donde las altas temperaturas provocan 4.600 muertes cada año solo en España, y amenazan con que el 70% del Estado esté en riesgo de desertificación, hace necesario contar con ciudades habitables, y para este fin es imprescindible aumentar el número y tamaño de zonas verdes. Estos espacios permiten regular a escala local las temperaturas, pero también mejoran la salud mental y física de las personas, y permiten generar espacios de ocio y disfrute, por lo que deben multiplicarse y distribuirse equitativamente por todos los barrios de la ciudad.
Sin embargo, este aumento de zonas verdes debe responder a dos criterios. Por una parte, necesita ir aparejada de políticas de vivienda como la bajada de los precios del alquiler, para evitar que la mejora de la calidad de vida en las ciudades implique un aumento de precios que expulse a las personas de sus hogares – en un proceso conocido como gentrificación verde -. Por otra, se deben diseñar los procesos de renaturalización conjuntamente con las personas que habitan el territorio, al ser quienes conocen las necesidades de la comunidad, para garantizar así que respondan al interés general y no meramente al económico.
Por este motivo, las organizaciones no sólo reclaman la construcción de «refugios climáticos», entendidos como cualquier espacio que genere confort térmico frente a olas de calor o frío, sino que demandan que estos refugios puedan facilitar procesos de construcción de comunidad, que sean espacios gestionados por las propias personas que los habitan, y que tengan la capacidad de decidir cómo quieren que sea su entorno. «Resulta vital que su implantación se lleve a cabo de manera masiva, apoyada por las administraciones y generada por las vecinas, de tal forma que permita a la población enfrentarse a las olas de calor desde zonas verdes y con la construcción de vidas dignas», recuerdan.
Para conocer más sobre estos refugios, en el informe se explica cómo podrían implantarse y cuáles son las características que los definen. En el mismo se recogen varios ejemplos que a su vez han integrado una mirada ecofeminista, interseccional e inclusiva con el fin no dejar a nadie atrás en el urbanismo que necesitan las ciudades. Entre ellos se mencionan la «Red de refugios climáticos de cuidados, La Prospe, Barcelona», «Patios Coeducativos», «Construimos la Trinchera Climática del Casc Antic» o la «Red de refugios climáticos de cuidados en Ciudad Arce». Iniciativas que se han ganado a pulso la categoría de referentes como refugios climáticos comunitarios.
Por último, piden a las administraciones locales la generación y promoción de refugios climáticos comunitarios, impregnada de una gestión territorial participativa, a través de la creación directa en suelo no edificado y la facilitación al desarrollo de experiencias ciudadanas autogestionadas como huertos comunitarios y espacios comunitarios informales.