Un ‘iceberg’ de dimensiones nunca vistas encalla cerca de Georgia del Sur y pone en peligro a millones de pingüinos y focas

Publicado el: 6 de marzo de 2025 a las 09:50
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El iceberg más grande y antiguo del mundo, el A23a, podría haber llegado al final de su recorrido: ha encallado a unos 73 kilómetros de la isla subantártica de Georgia del Sur, el paraíso de los pingüinos, después de permanecer cinco años a la deriva, desde 2020.

El colosal A23a, que mide unos 3.600 kilómetros cuadrados y pesa casi un billón de toneladas, se desprendió de una plataforma de hielo de la Antártida en 1986 y descansó en el lecho marino del mar de Weddell durante más de 30 años, antes de comenzar su viaje hacia el norte en 2020.



El iceberg A23a, con un tamaño dos veces mayor que la zona metropolitana de Londres, se encuentra en aguas poco profundas cerca de la isla británica de San Pedro o Georgia del Sur, lo que ha desatado el temor a que pueda alterar a los millones de pingüinos y focas que habitan ese área.

En un comunicado emitido por la organización British Antarctic Survey, el oceanógrafo Andrew Meijers, que colidera el proyecto para tratar de comprender cómo las capas de hielo afectan al océano, señala que si el iceberg «continúa estancado, no se espera que afecte de manera significativa la vida salvaje local de Georgia del Sur».



«En las últimas décadas, los muchos icebergs que terminan adoptando esta ruta por el Océano Antártico pronto se romperán, se dispersarán y se derretirán», dice. También apunta a que «será interesante ver lo que ocurre ahora y si el iceberg afecta al ecosistema local«, como algunos temen.

Un ‘iceberg’ con una superficie de 3.600 kilómetros cuadrados

El iceberg A23a cuenta con placas de hielo de 400 metros de grosor, pesa casi mil millones de toneladas y su superficie abarca unos 3.600 kilómetros cuadrados.

Los pescadores que operan por esas aguas tienen miedo de que este incidente pueda forzarles a batallar con enormes trozos de hielo y esto termine afectando a la capacidad de alimentarse de los pingüinos de la zona.

Los científicos de la Antártida sostienen que hay enormes cantidades de nutrientes contenidas en el hielo y que al derretirse, esto generaría una explosión de vida en el océano. En este sentido, según la profesora Nadine Johnston, del citado centro británico, sería «como tirar una bomba de nutrientes en el medio de un desierto vacío».

El ecologista Mark Belchier, que asesora al Gobierno de la isla, apunta a la BBC que si el iceberg se rompe «los icebergs resultantes presentarán probablemente un riesgo a las embarcaciones ya que se mueven en dirección de las corrientes locales y podría restringir el acceso de los barcos a terreno de pesca local».

Se trata del último episodio en la trayectoria que sigue el A23a en 40 años

Después de desprenderse en 1986 de la plataforma de hielo antártica Filchner, cuando se resquebrajó en tres trozos más pequeños, siendo el A23a el más grande de ellos.

Desde entonces, los expertos le han seguido la pista y han observado que durante meses estuvo atrapado en la Columna de Taylor, un fenómeno oceanográfico donde el agua en rotación retiene a los objetos sobre su superficie, lo que mantuvo al A23a girando sobre un punto y retrasando al mismo tiempo su anticipado viaje hacia el norte.

El pasado diciembre, el iceberg se rompió tras permanecer varado desde hacía más de tres décadas y quedó flotando a la deriva por el océano Antártico, según constataron imágenes tomadas por satélite.

En declaraciones hechas por el profesor Huw Griffiths desde una embarcación de investigación polar de sir David Atenborough, ubicada actualmente en la Antártida, mantiene que «el futuro de todos los iceberg es que todos morirán». «Es muy sorprendente ver que el A23a ha durado tanto tiempo y solo ha perdido un cuarto de su área«, dice.