Científicos y pescadores se han unido para dar forma al proyecto ‘LIFE EcoRest’ con el que se busca proteger y restaurar 30.000 hectáreas de hábitats marinos ubicadas en el litoral que une las provincias catalanas de Barcelona y Girona.
En el proyecto participan también, además de asociaciones ecologistas, el Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC), la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, la Universidad de Barcelona y, como no, el imprescindible sector pesquero de la zona que más sabe de estas aguas.
De esta forma y con esta colaboración tan cercana y de la mano, los profesionales de la ciencia hacen partícipes a los pescadores para que estos sean más conscientes del problema; al tiempo que se comprometen con este proyecto.
Científicos y pescadores, unidos para recuperar el mar y los hábitats marinos entre Barcelona y Girona
Una iniciativa que busca recuperar los hábitats marinos profundos en el Mediterráneo une el conocimiento científico y el saber tradicional del sector pesquero: «Nos hacen conocedores del problema y partícipes en el proyecto», apuntan los pescadores.
Se trata del proyecto ‘LIFE EcoRest’, que prevé restaurar cerca de 30.000 hectáreas de hábitats marinos profundos a lo largo del litoral de Barcelona y Girona, con la participación de diversas organizaciones de defensa de la naturaleza que ofrecen el velero científico ‘Blue Panda’ para hacer esta labor de defensa de la biodiversidad en la Costa Brava.
En el proyecto participan también el Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC), la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, la Universidad de Barcelona, y el imprescindible sector pesquero.
Es habitual que los pescadores recojan de forma accidental organismos estructurales como corales, gorgonias o esponjas que quedan atrapados en sus redes, pero hasta hace poco, su destino no era una prioridad. El presidente de la Federación Nacional Catalana de Cofradías de Pescadores, Antoni Abad, ha explicado a EFE que durante años, la relación entre el mundo científico y el pesquero fue distante.
Ahora la relación es más cercana, ya que los investigadores hacen a los pescadores «conocedores del problema y también parte del proyecto», lo que anima a que «se entreguen y se comprometan», ha apuntado Abad.
El pescador ha reconocido que, antes de empezar a colaborar con científicos, cuando recogían los organismos con sus redes priorizaban el pescado: «Luego te preocupabas por el coral, pero igual ya habías recorrido diez millas por el mar».
Devolver los corales al mar tan lejos de su hábitat original reducía drásticamente sus posibilidades de sobrevivir. Pero ahora, gracias a la colaboración con científicos, los pescadores, en lugar de desecharlos por la borda, los depositan con cuidado en agua y los trasladan al puerto, donde comienza su recuperación.
Este es el primer paso de una cadena de trabajo conjunto con investigadores del Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC), que transforma lo que antes era «un residuo de la pesca» en una oportunidad para restaurar «ecosistemas esenciales» del Mediterráneo.
El proceso de recuperación de la biodiversidad de estos hábitats marinos
Una vez llegan a las cofradías, los investigadores del ICM-CSIC revisan los ejemplares recogidos: seleccionan los que están en mejor estado y los preparan para su reintroducción en el fondo marino tras pasar unas semanas en acuarios de recuperación.
«En una piedra se hacen agujeros y se fija el coral con una resina especial para que quede erguido y orientado a la corriente», ha explicado la investigadora del ICM-CSIC Marina Biel, que ha añadido que «si se soltaran sin más, caerían de lado y se cubrirían de sedimento, lo que impediría su supervivencia».
Este método, bautizado como ‘bádminton’ por su forma parecida a la pelota que se emplea en este deporte, consigue que más del 90 % de los organismos colocados queden bien asentados y sobrevivan. De hecho, son los propios pescadores quienes devuelven al mar las colonias restauradas, en zonas vedadas donde la pesca está prohibida.
Una vez al año, los científicos monitorean estas áreas mediante robots submarinos que analizan la supervivencia de los organismos y estudian si especies como langostas o escórporas comienzan a utilizar estas estructuras como refugio o zona de reproducción.
Hasta el momento, el proyecto ha devuelto al mar más de 3.000 gorgonias, corales y esponjas de 35 especies distintas.
Uno de los responsables de este proyecto ha afirmado que la participación del sector pesquero «aporta conocimiento» del día a día de lo que ocurre en el mar, además de «saber ecológico tradicional que da gran información a los investigadores». También ha destacado la formación incluida en el proyecto: «La idea es que, en el futuro, los pescadores puedan ser autónomos y hacer restauraciones ellos mismos». EFE / ECOticias.com