Siete de cada diez ‘lobos grises’ en Europa y Norteamérica son ‘abatidos’: algunas voces políticas argumentan que la reducción de la protección del ‘lobo‘ y la legalización de su caza sería una medida eficaz para evitar el furtivismo.
Este razonamiento, en Europa y Norteamérica, parte de la premisa de que, si se permite cazar al ‘lobo’ de manera controlada, la motivación para matarlo de forma ilegal disminuiría, ya que los furtivos encontrarían una vía legal para hacerlo.
Sin embargo, la experiencia y los estudios científicos indican que este enfoque está lejos de resolver el problema del furtivismo y que, de hecho, tiende a agravar la situación.
Un estudio llevado a cabo en Minnesota (EE.UU.), donde se legalizó la caza del ‘lobo gris’ entre 2012 y 2014, proporciona evidencias de que la caza legal no reduce la mortalidad ilegal, sino que incrementa la mortalidad total del ‘lobo’ .
Antes de la legalización, la mortalidad del ‘lobo gris’ era estable, con aproximadamente un 21,7% de los lobos muriendo cada año por causas naturales o humanas. Tras la introducción de la caza legal, la mortalidad se disparó al 43,4%, con una predominancia de causas humanas y un alarmante aumento de la caza furtiva.
Caza legal e ilegal
Un equipo científico liderado por la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC) ha analizado por primera vez las causas de mortalidad del ‘lobo gris’ (Canis lupus) en todo el hemisferio norte, y ha concluido que el 74 % de sus muertes están relacionadas con la actividad humana, principalmente la caza legal e ilegal.
En un comunicado, la investigadora posdoctoral de la Estación Biológica de Doñana y primera autora del estudio, Ana Morales-González, ha detallado que el trabajo ha sido publicado en la revista ‘Mammal Review’, y señala que los atropellos provocan la muerte de estos animales «en menor medida».
Esto refleja «la enorme persecución» que la especie sufre en paisajes humanizados «y el riesgo que supone convivir con nosotros”.
El trabajo, en el que también participan la Universidad de León y la de Oviedo, recopila información de 140 estudios científicos realizados en todo el hemisferio norte, lo cual permite establecer un marco de referencia global y un conjunto de datos estandarizado que permitirá mejorar tanto la investigación como las políticas de conservación de este gran carnívoro.
“Nuestro estudio redefine debates previos sobre la mortalidad de los lobos y proporciona una base sólida para tomar decisiones de gestión y conservación basadas en la evidencia científica”, añade Morales-González.
Los resultados del estudio muestran que en torno al 60 por ciento de las muertes del ‘lobo’ son consecuencia directa de la persecución de la especie a través de caza legal e ilegal.
En Europa, la mortalidad por causas humanas asciende al 86 por ciento, mientras que en Norteamérica se sitúa en el 66. Este porcentaje tan elevado hace que las muertes naturales, asociadas a agresiones entre individuos, enfermedades o hambruna, queden reducidas a un porcentaje muy bajo, especialmente en el continente europeo.
El análisis muestra, además, que los ‘lobos’ que abandonan su grupo natal para formar uno nuevo, que suelen ser los más jóvenes, son los más expuestos a la mortalidad, ya que tienen que atravesar territorios desconocidos que pueden tener fuerte presencia humana.
El trabajo evidencia que los ‘lobos’ que mueren por causas humanas se suman a aquellos que mueren por causas naturales, como enfermedades, agresiones entre lobos y hambruna. “La mortalidad total que sufre la especie es excesiva, y no debemos olvidar que es una especie clave en los ecosistemas”, afirma Morales-González.
Además, el equipo científico destaca que permitir la caza legal puede tener efectos indirectos sobre la mortalidad ilegal, ya que, cuando se autoriza la caza «se envía un mensaje negativo a la sociedad sobre el valor de los ‘lobos’ , de modo que aumentan las muertes ilegales”.
Aunque los lobos se han expandido en algunos países europeos durante las últimas décadas, la situación de la especie sigue siendo preocupante. “En la mayor parte del continente, incluida la Península Ibérica, su estado de conservación es desfavorable. Esto refuerza la necesidad de no relajar, sino de fortalecer, las medidas de protección del lobo en Europa y Norteamérica, incluido en la Península Ibérica”, explica su responsable.
El trabajo ha sido financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, la Agencia Estatal de Investigación, fondos europeos FEDER y FSE+, así como por la Junta de Andalucía. EFE / ECOticias.com