Cuando se terminó el proyecto de ley a principios del año pasado y se mandó a consulta, desde el Gobierno de Extremadura dejaron muy claro que este era el primer paso estratégico para que la actividad cinegética se convirtiera en una herramienta de gestión sostenible y conservación efectiva del Parque Nacional de Monfragüe’.
El Gobierno regional se comprometió a seguir escuchando las demandas del sector cinegético, entendiendo que era ‘lógico’ extender la actividad cinegética a fincas privadas, pero aclaró que lo conveniente era ir paso a paso.
También destacaron que el nuevo PRUG era un documento fruto de reuniones con ayuntamientos, propietarios, trabajadores del Parque Nacional, agentes del medio natural, Organismo Autónomo de Parques Nacionales, empresas que trabajan en Monfragüe y otras entidades relacionadas con el Parque Nacional de una u otra manera.
Las organizaciones ecologistas se opusieron al Plan desde el minuto cero y presentaron varias alegaciones, puesto que su redacción implicaba gestionar un Parque Nacional alejado por completo de las ‘buenas prácticas’ y de las Leyes básicas nacionales que rigen en este tipo de espacios protegidos.
El plan del Parque Nacional de Monfragüe disgusta a los ecologistas
Un grupo de asociaciones ecologistas han rechazado en bloque la renovación del Plan Rector de Uso y Gestión (PRUG) del Parque Nacional de Monfragüe, sometido a informe del Consejo de la Red de Parques Nacionales. Los motivos son la rebaja en la protección de un sector de la orilla occidental del Tajo y de su tributario Arroyo de la Garganta, que han pasado de zona de reserva a zona de uso restringido.
La no inclusión de indicadores cuantitativos de los objetivos de conservación del parque nacional, que puedan ser verificados de forma objetiva, y la posibilidad de llevar perros sueltos en batidas de caza, algo prohibido en la normativa de los parques nacionales.
El plan rechazado por las organizaciones ambientales no ha considerado información relevante durante el periodo de información pública para corregir un cambio en la zonificación que reduce la categoría de protección de una zona con territorios de nidificación de cigüeña negra, una especie en peligro de extinción.
El documento mantiene la rebaja de protección sobre esas zonas críticas, una decisión aparentemente contraria a los objetivos de conservación del propio parque nacional, sin ninguna justificación científica o técnica que la avale.
El estado de conservación favorable de los elementos clave, y los objetivos de conservación que establece esta versión del PRUG del parque nacional, sigue sin tener indicadores cuantitativos que puedan ser verificados de forma objetiva.
Se sigue mencionando en muchos casos «mantener o aumentar» la superficie o la población actual de un hábitat o de una especie, sin establecer cuál es la referencia de dicha superficie o población a considerar, así como la justificación del porqué debe ser entendida esta situación actual como la de buen estado de conservación y no la situación en la que estaban estos valores naturales en la fecha de creación del parque nacional.
Las ‘terribles batidas’ con rehalas de perros de caza
La actual versión de la propuesta de PRUG de Monfragüe sigue incorporando como método de control de poblaciones de ungulados silvestres la utilización de rehalas de perros de caza sueltos en batidas, lo que no puede considerarse como una actividad compatible con la buena gestión de un parque nacional.
Como norma general, se considera que llevar perros sueltos, cualquiera que sea su naturaleza, en el interior de un parque nacional es una actividad incompatible, debiendo estar siempre sujetos, para evitar daños a los valores naturales. Esto es una directriz de gestión común en todos los parques nacionales de España, precisamente debido al potencial peligro sobre la biodiversidad que suponen estos animales sueltos.
Esta modificación, en la que insiste la Junta de Extremadura, va en contra de las normas de buena gestión de los parques nacionales. No se da prioridad a otros métodos de captura selectiva para el control de las poblaciones de ciervos y jabalíes, que ya han demostrado su eficacia y menor impacto en los procesos naturales, sino al método demandado por determinados sectores privados interesados en que la caza vuelva a ser permitida en Monfragüe.
Esto no solo rompe el principio de mínima intervención en los parques nacionales, sino también el de prevención y toma de decisiones basándose en el mejor conocimiento científico disponible.
Por todo esto «nuestra posición es contraria a que se apruebe la modificación del PRUG, poniéndonos a disposición de la administración gestora del parque para avanzar en una gestión eficiente y eficaz, que priorice la conservación de la biodiversidad, objetivo principal de estos espacios, así como para avanzar en la implementación de soluciones ajustadas a los problemas de conservación identificados«, indican las organizaciones.