Las aguas urbanas son aquellas que se reciclan tras el uso que se les da a nivel doméstico. Es decir, las aguas residuales que luego de un tratamiento que se presupone debería ser adecuado, se vierten en las corrientes fluviales, bajo la premisa de que son inocuas para el medio ambiente y los ecosistemas.
Los tratamientos de las aguas urbanas con depuradoras son de alcance mundial y habrá que estudiar las consecuencias reales con más profundidad», ha advertido Peñuelas. El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha llevado a cabo un estudio en el que se ha revelado que el tratamiento de las aguas urbanas altera el ecosistema de los ríos.
Aguas urbanas versus aguas de los ríos
El estudio ha reflejado que desde mediados del siglo XX, los países con economías más industrializadas. Se han visto afectados por un exceso de fósforo en sus ríos y lagos, a consecuencia del uso excesivo de fertilizantes y detergentes con fosfatos, la contaminación industrial y la deficiente depuración del agua urbana.
En los últimos años, ha aumentado las aguas con un color verdoso. Y es que, según esta investigación, esto se debe al crecimiento excesivo de fitoplancton provocado por la sobreabundancia de fósforo y su mezcla con el nitrógeno, el otro nutriente esencial.
La investigación ha sido desempañada por Josep Peñuelas, ecólogo del CSIC, y Carles Ibáñez, del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentaria. Han comparado datos de ríos y estuarios de Estados Unidos y Europa, y han comprobado como estos espacios han pasado de tener demasiados nutrientes a una situación desigual entre el nitrógeno y el fósforo.
En los últimos treinta años se ha trabajado en la gestión del agua en las ciudades con el objetivo de solucionar esta contaminación orgánica. Los resultados han sido favorables, cada vez hay menos fósforo y los ríos vuelven a tener un aspecto más transparente. Aunque esto último, a juicio del CSIC, no implica un retorno a las condiciones sanas del río, porque también pueden producir efectos indeseables en todo el ecosistema.
5 años después todo sigue igual con las aguas urbanas y los ríos
Los estudios referidos en los párrafos anteriores datan de 2019, pero lamentablemente con el tiempo todo ha empeorado. Los datos actuales hablan de una degradación de enorme importancia de las corrientes fluviales a causa de la pésima gestión de las aguas urbanas.
Además de las dificultades directamente derivadas de la mala de la gestión de las aguas urbanas, está el grave problema de que hay una serie de contaminantes que son extremadamente difíciles de retirar, como los nanoplásticos, algunas sustancias vinculadas a drogas y los medicamentos y mucho más.
Todo este material que acaba en los ríos ingresa en las cadenas tróficas locales, derivando en problemas endocrinos, de reproducción, malformaciones, debilidad y en muchos cados en la muerte de la biodiversidad local, por la alta toxicidad de estos productos. Miles de animales de todas las especies y tamaños acaban siendo víctimas de este problema.
También se producen desequilibrios en el pH del agua, contaminación de la vegetación aledaña y de las plantas acuáticas, proliferación de algas que generan procesos de eutrofización, que cubren amplias zonas de la superficie del agua y matan la vida debajo de ellas, con la consiguiente emisión de metano y muchos problemas más.
Es perentorio que se logre llevar a cabo una gestión de las aguas urbanas más eficiente y segura. Porque desde el momento en el que estas sustancias que pueden ser biocumulativas llegan a los animales y plantas de la base de la cadena alimenticia, es posible que aunque no nos enteremos de ello, todos estos venenos acaben en nuestros platos.