Conforme el tiempo avanza, salen a la luz de entre los escombros del vertedero muchos trapos sucios asociados a la gestión de residuos de Euskadi, que lleva mucho tiempo haciéndose de una manera muy deficiente.
Al parecer, el Gobierno había detectado irregularidades en este vertedero ya en 2019, pero no puso en marcha ningún expediente sancionador.
Todavía sigue sin aclararse del todo si este vertedero tenía o no permiso para recibir residuos peligrosos y, si en su caso, la gestión se hacía de manera adecuada.
Un incendio que prendió el mismo día del derrumbamiento ha estado activo durante más de una semana causando grandes niveles de contaminación en el aire de los pueblos cercanos al vertedero. La ciudadanía ha denunciado un total abandono y desinformación por parte de la administración. Las declaraciones por parte del Gobierno han llegado tarde y mal.
El caso de Zaldibar es un lamentable síntoma de la desastrosa gestión de residuos que se lleva a cabo en Euskadi, donde priman los intereses económicos de empresas privadas frente al bienestar de la ciudadanía vasca y el medioambiente.
Incidentes a menor escala son también habituales en el vertedero de Zalla, que recibe las escorias de la incineradora de Zabalgarbi y donde, como en el caso de Zaldibar, su gestión está rodeada de oscurantismo.
Es necesario remarcar que, por mucho que las instituciones vascas vendan la incineración como la mejor salida al problema de los residuos, y que incluso intenten disfrazarlo de economía circular llamando a la incineradora de Zubieta “complejo medioambiental”, la incineración está lejos de ser una solución, ya que contribuye a la contaminación del aire con emisiones de GEI y genera grandes cantidades de escorias tóxicas muy difíciles de tratar. ¿Irán a parar las escorias de Zubieta a un vertedero como el de Zaldibar con todos los riesgos que ello conlleva?
En la situación de emergencia climática que vivimos, necesitamos políticas que apuesten por medidas comprometidas y valientes en la lucha contra el cambio climático y la protección del medioambiente.
En ese sentido, avanzar en políticas de residuo cero y una economía circular verdadera (no la que contemple la quema de RSU para valorización energética) es crucial.
Para ello es necesario un cambio radical de modelo en vez de seguir sosteniendo una gestión de residuos basada en un sistema de reciclaje que no es suficiente, la incineración y el vertido en vertederos.
Me gustaría pensar que lo de Zaldibar servirá para que los gobernantes de Euskadi empiecen a poner la vida y el medioambiente en el centro, dejando de lado los intereses económicos y políticos, para poder asegurar una vida digna y un territorio saludable y seguro para todas las ciudadanas de Euskadi.
Para ello es necesaria una mayor transparencia y democracia en la gestión de los residuos. Es hora de tomar medidas contundentes, apostar por la reducción, la reutilización y el reparado para alargar la vida de los productos que utilizamos.
Es necesario implementar sistemas de recogida selectiva eficientes como pueden ser los sistemas de depósito y retorno o la recogida puerta a puerta, así como priorizar el compostaje para el reciclado de la materia orgánica.
Y, sobre todo, en Euskadi sería necesario paralizar la próxima puesta en marcha oficial de la incineradora de Zubieta y establecer un plan de cierre para la incineradora de Zabalgarbi.
Los planes de reducción de emisiones de GEI son incompatibles con los planes actuales de incineración de residuos de las Diputaciones de Bizkaia y Gipuzkoa. Necesitamos un cambio de modelo. ¡Y lo necesitamos ya!
Fuente: Greenpeace