Los 125 puntos limpios instalados en Andalucía sufren una media de tres robos a la semana de aparatos eléctricos y electrónicos por parte de bandas organizadas y particulares que después sustraen el cobre y otros elementos metálicos a los residuos, según un estudio realizado por Recilec, que alerta de que una vez extraídos los componentes metálicos, los residuos acaban en medio de la calle, en el caudal de un río o en el campo, contaminando gravemente el medio ambiente.
Según el mismo estudio, Granada y Huelva son las provincias que registran un mayor número de robos, mientras que Sevilla y Cádiz son las provincias con los residuos menos afectados.
Recilec señala que la cadena comienza con la puesta en marcha de grupos organizados que captan a personas con bajos recursos económicos cuya actividad consiste en la búsqueda de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos. Rastrean en contenedores de basuras o directamente los roban de los puntos limpios o instalaciones industriales.
Después, chatarreros no autorizados compran el material robado y más tarde, personas y empresas se dedican a la captación y acopio de los residuos de los aparatos eléctricos y electrónicos para trasladarlos a otros países en los que escapan al control de las autoridades.
En los últimos meses, más del 70 por ciento de los residuos procedentes de los puntos limpios que llegan a la planta que Recilec tiene en el municipio sevillano de Aznalcóllar, llegan «canibalizados», es decir, sin metales y sin buena parte de las sustancias contaminantes que se han emitido previamente al medio ambiente.
RIESGOS PARA EL MEDIO AMBIENTE Y LA SALUD
Recilec advierte de que la manipulación incontrolada de los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos es peligrosa y puede llegar a provocar graves daños a la salud. Así, al sustraer el motor-compresor de un frigorífico, por ejemplo, se libera a la atmósfera todo el gas refrigerante que contiene. Los gases suben varios kilómetros, deterioran la capa de ozono y contribuyen al negativo efecto invernadero. Además, el aceite del compresor se vierte directamente al suelo y lo contamina, afectando al medio acuático.
Los aparatos frigoríficos que llegaron «canibalizados» a la planta de Recilec fueron responsables de una emisión incontrolada de gas refrigerante de unos 3.780 kilos, lo que supuso una emisión de CO2 de 18.900.000 kilos., cantidad equivalente a la emisión producida por 9.000 coches circulando durante un año.
Además, la manipulación de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos entraña un grave riesgo si se realiza sin las debidas precauciones. Así, en los televisores la rotura del vidrio deja en exposición polvo de plomo, componente tóxico que afecta directamente al sistema nervioso. Este polvo inhalado pasa a la sangre y a partir de 15 miligramos por litro representa un grave perjuicio para la salud.
Asimismo, el polvo de mercurio que contienen los tubos fluorescentes en una exposición muy alta podría llegar a provocar daños cerebrales o pérdida de visión; mientras que el gas de los frigoríficos, liberado de forma incontrolada, forma atmósferas explosivas y/o deflagraciones que pueden causar graves quemaduras o incluso la muerte.
MÁS CONTROL Y SANCIONES
El sector del tratamiento de residuos eléctricos y electrónicos reivindica la persecución de este tipo de actividades ilegales, demanda extremar la vigilancia, el cierre inmediato de instalaciones ilegales que gestionan este tipo de residuos contaminantes, mayor número de multas y sanciones más elevadas.
En la misma línea, se señala que si bien la instalación de plantas de tratamiento y descontaminación de este tipo de residuos exige numerosos requisitos legales, con inversiones millonarias, el crecimiento «desorbitado» de la actividad ilegal hace que las empresas andaluzas sean incapaces de amortizar dichas inversiones.
ECOticias.com – ep