La economía circular se basa en que todos los productos y materias primas deben usarse hasta el último segundo de su vida útil. Es decir, que se opone al principio de usar y tirar, que lamentablemente ha sido el que ha regido nuestras vidas en los últimos años. La economía circular tiene dos ciclos diferentes que explicaremos y un alcance muy importante.
Ciclos biológicos
El consumo de recursos implica un ciclo biológico básico. Tomemos por ejemplo el algodón, las frutas o la madera. Las mismas provienen directamente de la naturaleza. Por ello, su diseño permite que, por medio de la digestión anaeróbica y la intervención de microorganismos, estas se procesen y retroalimenten el sistema. Estos son ciclos regeneradores de sistemas vivos. Como el sustrato que fertiliza los suelos. Y son aportadores de recursos renovables.
Ciclos técnicos
Son los que necesitan la intervención del ser humano. Su intervención es imprescindible para completar los procesos de recuperación y/o de restauración de los materiales, productos o componentes. Para ello se recurre a la reutilización, el reciclaje, la refabricación y la reparación.
¿Cuál es el alcance de la economía circular?
La noción de economía circular tiene profundas raíces de origen filosófico e histórico. Ideas tales como la retroalimentación (feedback) y el reordenamiento de los ciclos de los sistemas son muy antiguas. Pero tras la Segunda Guerra Mundial y con el advenimiento de la informática se hizo patente la existencia de otras posibilidades. Y las mismas se hallaban más allá de la economía lineal.
La naturaleza de nuestro mundo es compleja y está interrelacionada. Por eso resulta sumamente imprevisible. De hecho, los expertos sostienen que se parece más al metabolismo de un ser vivo, que a la “máquina” con la que se la suele comparar. Gracias a los avances de la tecnología, la transición hacia la economía circular es cada vez más real y tangible.
Los investigadores especializados en economía circular se han centrado en el estudio y la optimización de las diferentes áreas intervinientes. Ello les permite comprender mejor las limitaciones de los sistemas actuales. De esta forma son capaces de realizar una gestión estratégica que permita abandonar la economía lineal y abordar la circular. Y que esta transición se haga con la menor cantidad de riesgos posibles.
La UE y la economía circular
La Unión Europea apuesta decididamente a la Economía Circular. Pretende que, para 2050 se prescinda por completo de los sistemas de economía lineal. Así como del consumo de combustibles fósiles. Y de las políticas que apoyan, promueven y muchas veces sustentan, el consumo desmedido y la hipergeneración de desechos.
Los países miembros coinciden en la necesidad cada vez más perentoria de imponer un cambio. El mismo debe basarse en sistemas de producción y de consumo más sostenibles y eficientes. También es fundamental reeducar a sus ciudadanos, para que sean capaces de reconocer el valor añadido de los recursos. De este modo se conseguirá que los valoren y no los gasten sin más. Y que dejen de exigir su inmediata reposición al precio que sea (económico, social, cultural y/o ambiental).
Sus objetivos principales en cuanto a la aplicación de los principios de la economía circular
son:
- Generar productos sostenibles. Que sean eficientes en el empleo de los recursos y climáticamente neutros.
- Aumentar su durabilidad.
- Luchar contra quienes practican la obsolescencia programada.
- Combatir el “Lavado Verde” o Greenwashing. Es decir: mentir a los consumidores acerca de lo verde y sostenible que es una empresa. Que en realidad NO lo es.
- Aumentar la capacidad de reparación de los objetos.
- Concientizar a los consumidores de la utilidad de la economía circular y de los beneficios directos e indirectos que esta aportará.