La Unión Europea ha decidido elevar el tono en su batalla por la seguridad económica y la autonomía estratégica. La Comisión Europea presentó este domingo una estrategia dotada con 3.000 millones de euros para reducir la dependencia de China en el suministro de materias primas críticas.
El plan, denominado ReSourceEU, llega junto a una advertencia por parte del Ejecutivo comunitario y es, que si las empresas europeas no diversifican sus cadenas de suministro de forma voluntaria, Bruselas se reserva el derecho de obligarlas mediante legislación.
El comisario de Industria, Stéphane Séjourné, ha sido el encargado de verbalizar este ultimátum, donde la iniciativa busca proteger a Europa de futuros actos hostiles y de la “militarización” comercial de recursos esenciales (desde las tierras raras hasta los semiconductores) que Pekín ha utilizado como herramienta de presión geopolítica. “Forzaríamos legalmente a las empresas europeas a diversificar sus fuentes de suministro. No es el caso ahora, y no es lo que se propone en el plan actual, pero esto es una llamada de atención; una fuerte llamada de atención”, alertó Séjourné.
Reducir la dependencia
El mensaje de Bruselas es claro y busca que el mercado único no puede permitirse seguir expuesto a las perturbaciones exógenas. La estrategia ReSourceEU pretende “reducir riesgos” (de-risking, en la terminología comunitaria) y diversificar las cadenas de valor mediante una iniciativa de financiación que apoyará entre 25 y 30 proyectos estratégicos en el sector.
Para ello, se movilizarán hasta 3.000 millones de euros en los próximos 12 meses. La pieza angular de este escudo financiero será un nuevo fondo de 2.000 millones de euros anuales, respaldado por el Banco Europeo de Inversiones (BEI), destinado a conceder préstamos y deuda de riesgo a las industrias que busquen alternativas al suministro barato chino.
La dependencia europea de Pekín arroja cifras preocupantes. El bloque comunitario adquiere anualmente unas 20.000 toneladas de imanes permanentes, componentes esenciales para la fabricación de vehículos eléctricos, puertas de frigoríficos o máquinas de resonancia magnética. De ese total, entre 17.000 y 18.000 toneladas provienen de China, mientras que la producción interna de la UE apenas alcanza las 1.000 toneladas.
El comisario de Comercio, Maroš Šefčovič, explicó que, aunque Bruselas mantiene su compromiso con el libre mercado, este concepto ha sido “explotado repetidamente” en desventaja de la industria europea, obligando a las instituciones a actuar como “bomberos” ante una sucesión de crisis.
La estrategia está diseñada para amortiguar “choques de mercado” similares a las recientes disrupciones en la industria automovilística, provocadas por las restricciones temporales de China a la exportación de chips y otros componentes tecnológicos.
Para acelerar la implementación de la estrategia, la Comisión ha identificado proyectos que recibirán financiación inmediata, entre los que destacan una extracción de molibdeno en Groenlandia y una mina de litio en Alemania. Además, se establecerá una «plataforma de materias primas» que permitirá agrupar los pedidos de las empresas y crear reservas estratégicas conjuntas (stockpiles), emulando el mecanismo de compra conjunta de gas utilizado tras la invasión rusa de Ucrania.
Intervencionismo como último recurso
El mensaje de Bruselas marca un giro hacia el intervencionismo, ya que, aunque la Comisión prefiere por ahora la persuasión (pidiendo a los directivos que presenten planes de diversificación a sus consejos), Séjourné fue tajante y dijo que si la industria no reacciona por sí misma, la UE impondrán cuotas de suministro obligatorias por ley.
Para evitar la fuga de recursos valiosos, se frenará la exportación de chatarra de aluminio y se impulsará el reciclaje de imanes de baterías, con la vista puesta en restringir también las ventas de cobre al exterior a partir de 2026.
El contexto geopolítico no permite demoras. La reciente tregua comercial de 12 meses entre Xi Jinping y Donald Trump ha detenido temporalmente las restricciones chinas a las tierras raras, pero la amenaza persiste. La industria europea, que cuenta con una sola planta de hidróxido de litio en todo el continente (AMG Lithium), ha recibido el plan con cautela. Su consejero delegado, Stefan Scherer, había criticado recientemente la inacción del bloque asegurando que la UE estaba actuando como si fuera «una provincia de China».













