¿Qué es El Algarrobico?
A pocos pasos del cartel que da la bienvenida y anuncia el comienzo del Parque Natural de Cabo de Gata (espacio protegido desde 1987), se levanta una enorme mole que está abandonada desde 2006, cuando los integrantes de “Salvemos Mojácar” denunciaron la presunta ilegalidad de su construcción.
Las denuncias se basan en que este edificio incumple con la llamada servidumbre, prevista por la Ley de Costas y que indica que no se puede construir nada a menos de 100 metros de la costa y el Algarrobico está prácticamente a pie de playa, por lo que se deduce que el proyecto debía ser ilegal desde sus comienzos.
Hablamos de una edificación que corrió a cargo de la empresa Azata del Sol y que es parte de un plan edilicio mayor, que pretendía levantar 7 hoteles más, todos en el mismo estilo, a lo largo de la costa de Gata – Níjar. El Algarrobico debía tener 411 habitaciones distribuidas en 21 plantas y se sitúa a escasos 14 metros del Mediterráneo.
Tras la detención inicial de las obras ha corrido mucha agua bajo el puente y se han involucrado en el tema varias asociaciones de protección ambiental por un lado y los habitantes de los municipios de los alrededores, por el otro. Éstos últimos entienden que dicho hotel podría ser una buena fuente de ingresos y proveería de trabajo a los vecinos de la zona.
Entretanto, los denunciantes han pintado las habitaciones y parte de la fachada de negro. Desde la distancia se puede leer con claridad el motivo de la denuncia de estos colectivos, ya que en el frente destacan sobre el fondo oscuro las palabras: “Hotel Ilegal”.
También han colocado una gran bandera de color amarillo con la inscripción: “¿A qué esperan?, refiriéndose a cuándo se procederá a la tan mentada y prometida demolición de El Algarrobico.
¿Qué pasa con la Ley?
Si bien la Ley de Costas es muy clara y ha habido varias sentencias que apoyan la posición de los ecologistas en cuanto a la ilegalidad de edificar en un sitio protegido y a pocos metros de la orilla del mar, en los últimos nueve años las versiones, opiniones y decisiones judiciales han sido como poco, encontradas y contradictorias.
Tras la primera denuncia las obras se paralizaron de inmediato, con el fin de que la Justicia pudiera llegar a un veredicto en cuanto a la legalidad de las licencias concedidas a la constructora. Allí comenzó una batalla legal que dura hasta hoy.
Según cuentan las partes interesadas, la idea de tamaña monstruosidad fue del Ayuntamiento de Carboneras, quienes presentaron el proyecto a varias empresas antes de que Azata aceptara el trabajo y pusiera manos a la obra, aun sabiendo que no se podía edificar pasando los 100 metros establecidos por la Ley de Costas, ya que fueron convenientemente advertidos de tal circunstancia por las autoridades competentes.
A partir de la presentación de la primera denuncia, varias asociaciones de ecologistas se unieron para luchar contra esta edificación con el fin de que se demoliera y el terreno volviera a ser lo que era: parte de un Parque Natural.
La Justicia se ha pronunciado a lo largo de estos 9 años en varias oportunidades: que es ilegal, que los permisos no estaban en regla y que el terreno no era apto para erigir ningún tipo de edificación, hasta que el año pasado dictaminó que sí era legal la construcción, lo que provocó que la facción contraria siguiera presentando alegaciones y amenazara con llevar el asunto al Tribunal de Estrasburgo, como último recurso.
Sea cual sea la resolución definitiva que el Alto tribunal tome respecto a este Hotel y que se espera salga en el correr del presente mes, la empresa Azata del Sol ya está hablando de presentar una demanda por daños y perjuicios, que se sumaría a la que ya ha entablado contra Greenpeace, valorada en más de doscientos mil euros, por las consecuencias que sus manifestaciones y actos han tenido para la reputación y la economía de la constructora.
¿Y en definitiva, qué puede pasar?
Desde el gobierno central de Andalucía la propuesta es estatizar el terreno, o sea ponerlo a nombre de la Gobernación y luego proceder a derribar el hotel. Pero habiendo pendiente una sentencia final, aun no se sabe qué es lo que harán.
En cambio, los vecinos y las partes involucradas que están a favor de que la construcción no solo siga en pie, sino que se refaccione y se ponga en funcionamiento, siguen confiando en que este Hotel sería algo muy bueno para la zona, ya que la revitalizaría, atraería al turismo y aumentaría los ingresos de los pobladores, además de proporcionar trabajo a mucha gente de la zona.
En resumen, cuando salga la sentencia definitiva, tanto unos como otros tendrán que acatarla. Quizá las denuncias trasciendan fronteras, quizá se logre demoler el Hotel, pero lo que sí es seguro que el bolsillo de los españoles terminará pagando de uno u otro modo, todo este tinglado que se ha montado.