Defensor activo del aumento de la producción de la tierra a través de su mejor gestión y protección para hacer frente a la desertificación y la sequía, sostenía que “El suelo productivo es el fundamento de la agricultura perdurable sin la cual no puede haber prosperidad ni progreso”.
Hoy se celebra el Día Internacional de Conservación del Suelo en memoria de Hugh Hammond Bennete, un investigador pionero en la lucha contra su erosión, empeño que le llevó a fundar y dirigir la antigua Agencia Federal del Servicio de Conservación de Suelos de Estados Unidos.
Defensor activo del aumento de la producción de la tierra a través de su mejor gestión y protección para hacer frente a la desertificación y la sequía, sostenía que “El suelo productivo es el fundamento de la agricultura perdurable sin la cual no puede haber prosperidad ni progreso”.
Es por ello que, con esta jornada, se pretende contribuir a la concienciación de la población mundial sobre la importancia que la conservación del suelo tiene para los seres vivos, resultando esencial que cada uno de nosotros aprendamos a respetar el lugar en el que vivimos, habida cuenta de que acciones como la quema, la tala de árboles y el excesivo uso de fertilizantes artificiales pueden llegar a ocasionar la erosión y el empobrecimiento del componente básico de la vida.
LA EROSIÓN, PRINCIPAL AMENAZA
En este sentido, es preciso recordar que el suelo es un sistema complejo y dinámico en el que tienen lugar numerosos procesos químicos, físicos y biológicos que, si bien son beneficiosos para el medio ambiente, cuando se utilizan de forma irracional pueden generar una alteración en sus propiedades y provocar que pierda, parcial o totalmente, la capacidad para cumplir su función, disminuyendo su calidad o sufriendo una profunda degradación.
La explotación insostenible de los recursos hídricos, que son la causa de graves daños ambientales, incluidos la contaminación química, la salinización y el agotamiento de los acuíferos, las pérdidas de la cubierta vegetal debido a los continuos incendios forestales, la concentración de la actividad económica en las zonas costeras como resultado del crecimiento urbano y las actividades industriales y el turismo de masas, constituyen, entre otros, los principales factores que contribuyen a la erosión del suelo.
En España, el 42% del suelo está sometido a procesos de erosión que superan los límites tolerables y el 12% a una erosión muy severa.
La tendencia de los inviernos en nuestro país, más suaves y con un 30% menos de precipitaciones, especialmente en el sur peninsular, incrementará la intensidad y la duración de las sequías, convirtiéndose así en el desastre natural que más preocupa a los ciudadanos.