¿Es posible ser respetuoso con el medio ambiente a la vez que rentable? Esta es la pregunta a la que respondían los participantes en el seminario celebrado por el IESE (Universidad de Navarra) titulado “El valor de la sostenibilidad en la distribución comercial: ¿Ingreso o gasto?”, en el que participaron más de 50 directivos de organizaciones líderes de la industria y la distribución comercial.
Aurelio del Pino, Secretario General de la Asociación Española de Cadenas de Supermercados (ACES), y Pedro Videla, profesor de macroeconomía en el IESE, presentaron la jornada y enmarcaron el debate: el rapidísimo aumento de riqueza que hemos vivido desde la revolución industrial corre paralelo a la degradación medioambiental en todo el mundo. La responsabilidad, por tanto, es de todos. Y algunas de nuestras empresas ya están haciendo sus deberes.
Responsabilidad y Rentabilidad: ¿la pareja perfecta?
Los proyectos orientados al desarrollo sostenible tienen una peculiaridad a la hora de ejecutarlos en el seno de una empresa: son transversales. Todos los departamentos, todos los empleados, todas las decisiones se ven afectadas, como bien señalaba Luis Blanchar, director técnico de Aki: “La sostenibilidad real en cada empresa empieza con la concienciación y culturización de todos los colaboradores internos y externos. Sin esta implicación, el proyecto fracasará.”
Desde medidas tan sencillas como el uso moderado de las luces y el aire acondicionado, hasta otras más estudiadas como la sustitución de los palés de madera por estructuras de cartón, se suceden los ejemplos que este distribuidor líder en el sector del bricolage, la jardinería y la decoración está poniendo en marcha. Y es que están descubriendo que “una buena gestión de las acciones sostenibles no sólo es imprescindible dadas las actuales exigencias de responsabilidad empresarial, sino que proporciona, además, beneficios económicos importantes.”
Otros gigantes, como la cadena de supermercados Día, están apostando seriamente por medidas que combinan ecología y economía. Según Alejandro Gutiérrez, director de logística de Día, algunas de estas iniciativas se han implantado incluso de forma masiva. Por ejemplo, nada menos que “el 97% de los productos de marca Día, y el 70% de referencias de marca nacional, utilizan embalajes de cartón ‘listos para vender’ (Shelf Ready Packaging), porque con ellos disminuimos la utilización de plásticos reduciendo así drásticamente el impacto ambiental de nuestros productos (el cartón presenta una reciclabilidad mucho mejor), a la vez que eliminamos costes de reposición en los lineales y reducimos los accidentes laborales, ya que estos embalajes sirven como expositores directos y no requieren el uso de cutters para su apertura.”
Otras acciones del grupo Día que logran este perfecto maridaje entre ecología y economía son las encaminadas a maximizar la eficiencia de sus movimientos. “A través de la agrupación de pedidos y la óptima coordinación de proveedores, reducimos al mínimo los movimientos de camiones que viajan transportando aire. Ahorramos consumo de combustible, reducimos emisiones de gases a la atmósfera y generamos un importante ahorro económico.”
Como se desprende también del Estudio de los profesores del IESE Videla y Nueno, el capítulo de embalajes se presenta como candidato perfecto para que el sector gran consumo pueda engranar los dos motores de cambio que más están estimulando los consumidores, una forma sencilla de lograr productos más económicos y más ecológicos a la vez. “Comparando los tipos principales de embalajes de transporte utilizados en Europa observamos que las cajas de cartón son mucho más respetuosas con la naturaleza: presentan en su ciclo de vida un impacto ambiental inferior a los de plástico en un 40%, diferencia equiparable a la que se derivaría de eliminar de la circulación 80.000 coches”, según el IESE.
Menos camiones, embalajes más sostenibles, uso moderado de energías, y una cultura empresarial renovable, reciclable y biodegradable son ejemplos tan sencillos como completos de cómo afrontar la crisis económica y medioambiental en el sector gran consumo. En palabras de Mike Rosenberg, profesor de dirección estratégica del IESE, “estas iniciativas combinan la responsabilidad económica, medioambiental y social de las empresas; son viables, y contribuyen a un mundo más justo y habitable.”
Una ecuación delicada: Sostenibilidad es igual a ahorro, pero no siempre se cumple al revés
Hay compañías grandes y en muchos sentidos ejemplares, como Carrefour, que están demostrando ser capaces de gestionar ahorros de casi 2 millones de euros gracias a su política de sostenibilidad. Véanse, por ejemplo, las cifras –económicas y ecológicas- resultantes de la decisión de retirar de su línea de caja las bolsas de plástico de un solo uso.
Ellos y otros están afrontando el desafío del desarrollo sostenible en armonía con sus imperativos económicos. “Y tiene mérito –dice el profesor Videla-, pero no perdamos el norte: el ahorro monetario no puede ser el único objetivo, porque puede llevar a tomar decisiones poco sostenibles, como puede ser optar por cajas de plástico o por bandejas de poliexpán, ambas alternativas percibidas además como claramente contaminantes y “tóxicas” por parte de los consumidores, como refleja el Estudio sociológico realizado por el doctor Jordi Sauret, director de Feedback.”
Al parecer no todo son flores en la carrera del desarrollo sostenible. Por mucho que la Administración Pública promueva la responsabilidad ciudadana y empresarial con el medio ambiente, y por mucho que las organizaciones estén poniéndose las pilas (recargables) con la RSC, “el euro sigue siendo el factor decisor; esto no nos lo quita nadie, aún cuando va en contra de los intereses del conjunto”, afirma Federico Sabriá, Profesor del IESE.
Y es que todavía no somos del todo capaces de internalizar los costes sociales y medioambientales en los productos y servicios que consumimos. ¿O es que aún hay quien cree que tiene sentido que el PIB de Galicia aumentase estrepitosamente tras el desastre del Prestige?



















