Antoni Vives, Concejal de Urbanismo y Tercer Teniente de Alcalde del Ayuntamiento de Barcelona, nos explica qué es una Smart City y qué está haciendo Barcelona para serlo. Según él, una Smart City ha de convertirse en «una herramienta para vivir mejor, que tenga contenido y que sea autosuficiente a nivel energético».
Depende de quién habla. Si habla la industria, en este momento se está hablando básicamente de vender aparatos en las ciudades. Si habla la academia, se refiere a algo relacionado con visiones de futuro que no sabemos si se producirán o no. Si hablan las ciudades, muchas veces la respuesta es el silencio, o una respuesta que se aproxima bastante a lo que ha dicho la última persona de la industria que ha entrado por la puerta vendiendo Smart Cities. Para nosotros era fundamental definir un modelo de ciudad inteligente, sin ir en contra de la industria, ni en contra de las visiones de la academia, y sobre todo sin nada que fuera en contra de la ciudad sino a favor de lo que las ciudades tienen que decir. Nos tenemos que situar como clientes de este nuevo modelo de ciudad. Queremos que la ciudad inteligente tenga contenido.
Algunas de las definiciones de Smart City hablan de la implicación necesaria de varios factores: administraciones, ciudadanos, eficiencia y sostenibilidad, y nuevas tecnologías. ¿Cuál es el papel de la administración en este marco?
Nosotros lo vemos de otra manera. Pensamos que la ciudad necesita generar un modelo anatómico a compartir entre todos. La ciudad es un metabolismo, es la suma de un ecosistema con unas infraestructuras (redes, agua, producción, materia y circulación), organizada en unos nodos (vivienda, edificio, manzana, barrio, distrito …), y que por fin todo esto se conecte y funcione bien necesita maneras de relacionar todos estos factores y una plataforma que pueda controlarlo. A esto nosotros lo llamamos la urbe ‘. Junto a esto está la ‘civitas’, que somos nosotros: la democracia, la calidad de vida, la participación ciudadana … La suma de esta urbe ‘y esta’ civitas inteligentes nuevas, nos da la nueva polis, la ciudad inteligente.
Internet ha cambiado la manera como nos relacionamos, pero no ha cambiado la manera como vivimos en las ciudades. Y tenemos que conseguir que lo haga.
¿Cuál es la diferencia entre los conceptos de ciudad sostenible y de ciudad inteligente?
Nosotros hablamos de ciudad autosuficiente. La sostenibilidad es una cuestión de inteligencia en estos momentos, por lo tanto son conceptos que deben ir juntos. Pero sin un horizonte de autosuficiencia energética sirve para muy poco.
¿Cuáles son pues, desde un nivel local, los retos más importantes en el ámbito energético y qué acciones hay en marcha?
Sin duda, caminar hacia la autosuficiencia energética. Occidente ha cometido dos o tres errores muy importantes: de entrada, hay periodos en que se ha dejado de creer en la democracia representativa, y eso es gravísimo. El segundo error es pensar que teníamos que expulsar la industria y convertirnos en sociedades de servicios. El tercer error está relacionado con las fuentes energéticas que utilizamos para vivir: hacer ver que podremos continuar mucho tiempo chupando energía de bajo tierra, sobre todo de lugares que no están cerca de dónde nosotros vivimos. Todos estos errores mezclados ponen en peligro la mejor realización del hombre, que son las sociedades ilustradas procedentes de la revolución francesa.
Este es el camino por dónde iremos si no hacemos algunas cosas. Y un factor fundamental es cambiar la manera cómo generamos energía para vivir, que nos permitirá generar una nueva economía de la ciudad. Porque en el proceso de adaptación a esta nueva manera de generar energía, se generará una economía que permitirá que vuelva la industria hacia las ciudades.
Para ello hay que aplicar el mundo mental que genera internet en las ciudades. Si conseguimos tener muchos puntos de generación energética en la ciudad, seremos capaces de distribuirla desde dónde sobra hasta dónde hay déficit. Por ejemplo, podemos hacer que cada manzana del Eixample sea un generador energético. Quizás algunas de ellas, como La Pedrera, no podrían serlo, pero podrían recibir la energía de la manzana de al lado. Podría ser generación de energía solar, mini-eólica, geotérmica o biomasa, todas las opciones disponibles y las que todavía no podemos ni imaginar.
En estos momentos tenemos en marcha dos concursos para hacer las dos primeras islas autosuficientes en Barcelona: una en el paseo Valldaura y otra en la calle Cristóbal de Moura. También estamos estudiando un plan para ciudad Meridiana para actuar sobre edificios de los años 60 y hacer que sean mucho más eficientes energéticamente e incluso que algunos puedan ser también autosuficientes. Y estamos desarrollando el plan mucho más amplio de autosuficiencia energética en la ciudad de Barcelona.
Más allá de la energía, ¿qué otras acciones se están haciendo en Barcelona con el planteamiento de ciudad inteligente?
Lo primero que hemos hecho es trabajar en un marco que puedan compartir todas las ciudades del mundo, conjuntamente con la industria y la academia, para generar lo que llamamos ‘protocolo de la ciudad’, y que nos permite medir los objetivos de sostenibilidad, ecoeficiencia, generación de comunidad, etc.
Este protocolo necesita ideas, desde la academia, y necesita industria, desde las grandes corporaciones multinacionales a empresas pequeñas locales. En este contexto hemos desarrollado el Smart City Campus, En la parte norte del [email protected], dónde queremos que empiecen a instalarse los centros de investigación y de desarrollo industrial de este ámbito.