Tomar agua es una necesidad vital y cada vez se ha puesto más de moda, andar en todos lados con agua embotellada, sin embargo, cuando esa botella es de plástico, el problema para nuestro planeta, puede ser mucho más grande de lo que pensábamos, por eso ahora, ha llegado la solución gracias a un material del futuro. Veamos de qué se trata
El gran problema del plástico
Nuestro planeta necesita ayuda y la crisis del plástico de un solo uso es enorme, y aunque intentamos reciclar, el verdadero problema son los millones de envases, vasos y envoltorios que tienen una capa plástica muy delgada.
Ese recubrimiento sintético hace que el cartón o el papel sean resistentes al agua, pero al mismo tiempo evita que se reciclen o se conviertan en abono, por eso necesitamos una solución que venga directamente de la naturaleza.
Necesitamos un material que sea igual de resistente al agua y al aceite que el plástico, pero que, al final de su vida útil, simplemente se deshaga en la tierra sin contaminar nada, pero ¿será posible que un simple hongo, de esos que crecen en los bosques, sea la respuesta a este dilema de ingeniería?
Resulta que los científicos de la Universidad de Maine observaron que la naturaleza lleva millones de años resolviendo problemas de impermeabilización y resistencia. La clave está en aprovechar esos mecanismos.
Un adiós al agua embotellada
Si te sorprendiste con la caja negra que logra lo imposible, quédate, porque unos investigadores de la Universidad de Maine han encontrado la solución a la crisis del plástico y se trata de un revestimiento natural hecho con un hongo comestible llamado Cola de Pavo (Trametes versicolor).
Este material es totalmente impermeable al agua y la grasa, y puede reemplazar el plástico que usan los vasos y envases desechables, abriendo la puerta a un futuro sin contaminación plástica. Es famoso por su capacidad para crear una red muy densa y resistente de micelio (que es como la raíz del hongo).
Esta red, que crece bajo su sombrero, actúa como una barrera natural contra la humedad en el bosque. Los científicos mezclaron esta estructura natural con nanofibrillas de celulosa, que son pequeñas fibras que vienen de la madera y que se usan mucho en la industria papelera.
Las nanofibrillas aportan la fuerza y resistencia al aceite, mientras que el micelio organiza todo el material en una superficie continua, delgada y sorprendentemente robusta, casi como una capa de pintura, asi, la naturaleza combina dos materiales ya existentes para resolver un problema complejo.
Cultivo rápido y resultados impresionantes
Lo mejor es que la técnica para crear este material es sencilla y se puede aplicar a gran escala. El hongo se cultiva en un líquido que ya contiene las nanofibrillas de madera, y esa mezcla se extiende en capas muy finas sobre el material que se quiera proteger, puede ser papel, cartón, o incluso telas.
Solo bastan tres días para que la superficie quede totalmente impermeable, sin necesidad de añadir sustancias químicas peligrosas ni procesos complicados. Para detener el crecimiento del hongo y fijar la estructura, el material simplemente se introduce en un horno.
Los resultados en el laboratorio fueron espectaculares: las gotas de agua se quedaron quietas como pequeñas esferas perfectas sobre el material tratado, sin ser absorbidas y funcionó igual de bien contra líquidos difíciles como los aceites vegetales y las grasas.
Sin duda, esta investigación abre una puerta enorme para la industria de los envases, pues si se logra industrializar esta solución, podríamos tener vasos compostables de verdad y cajas de cartón resistentes al aceite sin usar plásticos ni químicos dañinos. Es una pieza clave en la transición hacia una economía verdaderamente circular, que se degrada sin dejar rastro y que aprovecha la propia naturaleza, tal como lo hace África con las moléculas de agua.















