La elección adecuada de envases para almacenar alimentos es esencial para garantizar la seguridad alimentaria y preservar la frescura de los productos. Diversos materiales y características deben considerarse al seleccionar envases, con el objetivo de mantener los alimentos libres de contaminantes y prolongar su vida útil.
Los envases seguros deben estar fabricados con materiales no tóxicos que no liberen sustancias dañinas en los alimentos. Materiales como el vidrio, acero inoxidable y plásticos específicos (sin BPA), como el polipropileno y el polietileno de alta densidad, son opciones ideales.
Un envase eficaz debe ser resistente a la humedad y a la grasa para prevenir la contaminación del contenido. Envases de vidrio y ciertos plásticos resistentes son opciones ideales para evitar que la humedad y los lípidos afecten la calidad de los alimentos almacenados.
En resumen, la elección de envases seguros es fundamental para mantener la integridad de los alimentos. Al considerar estas características podemos garantizar que los alimentos se almacenen de manera segura y se mantengan frescos durante más tiempo.
¿Qué pasa con los envases?
En los supermercados, el envase alimentario más utilizado es el plástico porque es barato y porque el usuario percibe estos contenedores como higiénicos. El plástico alimentario en sí no es tóxico, pero a largo plazo sí lo pueden ser los llamados aditivos plastificantes que lleva y que impregnan el alimento a través de nano y micropartículas.
El Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios de Agua del CSIC ha analizado 109 alimentos que forman parte de nuestra dieta, como cereales, lácteos, pescado o carne. Los resultados arrojan que un 85% de la comida testada contenía alguno de estos aditivos, si bien el número de partículas está por debajo del límite que fija la Comisión Europea. Aun así, estas cantidades afectan más a bebés y niños, que pesan menos, y en proporción, están expuestos a una mayor concentración.
El cristal es el mejor envase para calentar
La temperatura a la que se encuentra el alimento influye directamente en la cantidad de partículas que contiene, ha explicado Ethel Eljarrat, coautora de este estudio y directora del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua del CSIC (IDAEA-CSIC). «El calor provoca que sea más factible que los compuestos que están adheridos al plástico se liberen de él y vayan a parar al alimento. Hemos encontrado que incluso hay hasta 50 veces más aditivos plásticos en el alimento después de calentarlo que antes de haberlo cocinado.»
Estos compuestos pueden suponer un riesgo para la salud, ya que lo que hacen «es alterar nuestro sistema hormonal y a partir de aquí, los efectos pueden ser diversos. Por ejemplo, pueden provocar diabetes, problemas en la tiroides o efectos en la fertilidad. Algunas de esas consecuencias también pueden ser neurológicas. A la larga pueden llegar a provocar diferentes tipos de cáncer», ha subrayado la doctora.
Para evitar este efecto, la investigadora recomienda calentar el alimento en otro recipiente, por ejemplo, de vidrio o de cristal y evitar el envase comercial. «Así evitamos que se pueda contaminar más de lo que de por sí ya está contaminado el alimento», ha añadido Eljarrat.
Respecto a los compuestos químicos que se añaden al plástico, la coautora del estudio ha aclarado que los plásticos están formados por un polímero al que se le añaden diferentes compuestos. Su equipo ha estudiado «los que se añaden para darle flexibilidad o dureza al material» y que lo que han descubierto es que la mayor parte de ellos provocan esta disrupción endocrina.