Se trata, sin duda, de un movimiento social, que en los últimos años ha sumado miles de adeptos. Para muchas de las personas que han conocido ya sus beneficios
La agroecología es una disciplina que va más allá del desarrollo de un conjunto de técnicas que permitan a la agricultura trabajar sin productos nocivos para el medio ambiente.
Se trata, sin duda, de un movimiento social, que en los últimos años ha sumado miles de adeptos. Para muchas de las personas que han conocido ya sus beneficios, representa el camino a seguir para construir alternativas a la agricultura industrial y a los impactos sociales, económicos y ambientales negativos que conlleva.
Agricultura sostenible
Los días 3, 4 y 5 de abril del 2018 se celebró, en la sede oficial de la FAO, en Roma, un simposio internacional sobre agroecología. Aunque los académicos no se ponen de acuerdo para fijar una definición específica del concepto, está claro que la agroecología despierta cada vez un mayor interés, porque puede contribuir a acercar agricultura y sostenibilidad.
Decálogo de la FAO
Si bien no hay unanimidad en su definición, en lo que la FAO sí que ha conseguido un consenso, es en el establecimiento de una serie de pautas de trabajo asociadas a la agroecología. Son las siguientes:
- Empleo de múltiples sistemas de producción.
- Creación colectiva y compartición de los conocimientos y know-how.
- Buscar lo mejor para suelos, bosques y comunidades.
- Utilizar los recursos con eficiencia.
- Apuesta por el reciclaje y la reutilización.
- Resiliencia.
- Importancia de los valores humanes y sociales.
- Apuesta por las tradiciones alimentarias.
- Política responsable.
- Economía circular y solidaria.
Proximidad, innovación y tradición
Uno de los aspectos fundamentales de la agroecología es la promoción de los mercados locales. De este modo, se evita el consumo de los denominados “alimentos quilométricos”, que perpetúan las desigualdades y que fomentan la deslocalización de la producción agraria.
Según la organización Amigos de la Tierra, los alimentos, del campo al plato, si llevasen un contador, recorrerían una media de cinco mil quilómetros. La agroecología también combina los avances tecnológicos que puedan permitir una mayor sostenibilidad con los saberes tradicionales de cada pueblo.
El consumidor tiene poder, pero hace falta una implicación política
Somos lo que compramos. En términos individuales, cada ciudadano tiene soberanía alimentaria, es decir, tiene capacidad de decidir lo que compra. Ahora bien, aunque cada persona tenga más poder del que a veces nos pensamos, para que las ideas de la agroecología se expandan y consoliden es necesaria también una implicación política internacional. De esta forma, se podrán modificar los hábitos de los pequeños productores, que son los responsables del 70% de los alimentos que se producen.