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lunes, septiembre 25, 2023

Alimentos-Seguridad

Alimentos Me pregunta un periodista por la dieta mediterránea, la permacultura, los alimentos de proximidad, las denominaciones de origen, las variedades locales, los productos bio… Me doy cuenta del torrente de conceptos confusos, difusos y profusos con que toda suerte de corrientes ideológicas e intereses comerciales bombardean a la ciudadanía. La moda de comer saludablemente es ya obsesiva. Pero, qué significa saludable

La etiqueta de un vino proclama su carácter ecológico: nada de plaguicidas o agroquímicos. La letra pequeña añade: «contiene sulfitos». Más personas son sensibles a los sulfitos añadidos para conservar el vino que a los evanescentes agroquímicos usados en el cultivo de la uva. Como quiera que sea, una cosa es la calidad de los alimentos y otra la bondad de la dieta. Hartarse de sublimes patatas del bufet fritas en excesivo aceite arbequino virgen y rebozadas con sal maldon selectísima es una manera pésima de comer. Llenarse de bollería industrial rebosante de grasas animales es aún peor, claro.

Las gambas de Palamós no existen, solo se desembarcan allí (son deliciosas). La mayoría de los pimientos de Padrón (aquellos que «unos pican y otros, non») provienen de Marruecos. Por cada seta del Berguedà, se venden diez de los Cárpatos. ¿Por qué han de ser mejores las verduras de Sant Boi (yo las compro, por cierto) que las murcianas? Tenemos una capacidad productiva baja y una demanda muy alta. ¿Hablamos de alimentos saludables o de delicatessens para cuatro gurmets? Los guisantes de Llavaneres, los nabos de la Cerdanya o los pollos del Prat son excelentes, pero escasísimos. Confundimos calidad, exquisitez y valor nutritivo.

Seguridad
Nos preocupa la seguridad alimentaria; a la mayoría de los humanos, el simple acceso a los alimentos. No sé si han estado nunca en un mercado del Tercer Mundo. Proliferan los montoncitos de naturalísimas frutas locales que dan pena. La carne y el pescado son un mosquerío. Ningún veterinario supervisa los sacrificios y la mayoría de verduras han sido regadas con aguas fecales. Preparar una ensalada sin lavar a fondo sus componentes resulta temerario. En todo caso, la gente compra lo que hay, que no suele ser lo que necesita o desea.

La seguridad sanitaria de los alimentos comercializados en nuestros mercados es elevada. Incluso los más artificializados y gastronómica o dietéticamente detestables son higiénicamente impecables. Nuestro problema es la abundancia y el sobrepeso. El Grup de Biotecnologia Vegetal de l’Escola d’Enginyeria Agrària de la Universitat de Lleida ensaya un maíz transgénico que lleva el séxtuple de vitamina C, el doble de ácido fólico y más betacaroteno que el maíz tradicional a fin de dotar a los países pobres de alimentos básicos más vitamínicos. Algunos saludabilistas ahítos repudian estas investigaciones. Prefieren la ternera de Girona. Los tercermundistas hambrientos, también. Pero no pueden ni soñarla. Aspiran a llenar la tripa, que es la seguridad alimentaria de primer nivel.

Dicho lo cual, traten de comer verdura fresca, fruta y legumbres, pasta o pan moderadamente, algo de pescado y tan poca carne roja como puedan. Algunos lácteos, poca sal y un vasito de vino por comida. Comer es una necesidad doblada de placer. No hagan de ello una religión. Y menos aún un acto irresponsable.

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