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lunes, octubre 2, 2023

Alternativas verdes para el cultivo de la naranja en la Comunidad Valenciana

Viendo los campos de naranjo que cubren el norte de la provincia de Alicante y buena parte de Valencia, una podría pensar que el cultivo de esta fruta es una tradición milenaria en nuestra región, pero lo cierto es que su historia apenas se remonta doscientos años.

Según las fuentes históricas, hasta 1781 los naranjos se utilizaban exclusivamente de forma ornamental o para marcar lindes entre dos huertos. En este año concreto, el sacerdote Monzó, ayudado por sus dos amigos, el boticario Boda y el escribano Maseres, pusieron en marcha la primera plantación en Bassa del Rei, en Carcaixent.

El experimento de Monzó alcanzó tal éxito que el cultivo se extendió rápidamente, beneficiándose primero del declive de cultivos como la mora o los cereales, y más tarde de la crisis del vino a finales del XIX. Durante todo el siglo XX la naranja valenciana vivió un gran momento ayudada por la exportación a países como Holanda y Bélgica.

Sin embargo, a finales del siglo pasado el cultivo de la naranja entró en crisis por diversos factores. La liberalización del mercado ha permitido la entrada en Europa de naranja más barata procedente de Turquía y Marruecos, y en ocasiones incluso del hemisferio sur. Además, estas variedades son más tempranas y saturan el mercado varios meses antes de la cosecha española. Hoy, los extensos campos de naranja apenas son recogidos o aprovechados por un agricultor al que le sale más caro recoger la naranja del árbol que venderla.

Desde Denia a Valencia asistimos al triste espectáculo de los campos de naranjas llenos de fruta podrida tirada por los campos en años de crisis tan grande como la que nos afecta en este momento y que ha significado el empobrecimiento de tantas familias.

En esta situación, ¿qué alternativas puede ofrecer al campo valenciano la Economía Verde?

ECONOMÍA VERDE ES APROVECHAR OPORTUNIDADES

Solemos relacionar la palabra “economía o empleo verde” sólo con el campo de las energías renovables. Nada más alejado de la realidad de esta visión reduccionista. Economía o empleo verde es cualquier oportunidad de negocio o trabajo que podamos desarrollar en una economía sostenible, que ayude a reducir el consumo de energía, las emisiones de gases efecto invernadero, que elimine deshechos o contaminación y que proteja o restablezca ecosistemas y biodiversidad.

Esto nos abre un amplio campo de oportunidades. No tenemos por qué limitarnos a los molinos de viento. Tenemos que apostar por vías de negocio nuevas. En el campo de la agricultura valenciana, una de esas oportunidades podría ser la recolección de la flor de nuestros naranjos, el azahar.

Mientras nuestras cooperativas sigan comprando nuestra naranja a 12 céntimos el kilo, cualquier opción será mejor que el abandono progresivo de toda la huerta valenciana. La economía tradicional aplicada al naranjo valenciano ha puesto el acento en la mejora de la maquinaria de recolección para abaratar el coste, así como la investigación en variedades tempranas. Sin embargo, la mayoría de los huertos de naranjos son demasiado pequeños para justificar el alquiler de maquinaria de recolección. Además, los cambios en los gustos del consumidor europeo apuntan más hacia el cultivo sostenible y la calidad.

La diversificación de usos del cultivo podría ser, por lo tanto, una de las claves. En la Francia meridional, por buscar un paralelismo, el cultivo de lavanda es un elemento esencial de la agricultura. Estamos hablando de más de 1.000 toneladas de producción y cifras de negocio que superan los 18 millones de euros anuales. Eso sin contar con los beneficios de productores y comerciantes que han creado un verdadero imperio de productos en torno a la figura de la lavanda. Cualquiera en nuestro país vecino conoce, por ejemplo, los manteles de diseño de la Provenza francesa cuya fuente de inspiración está en la famosa flor silvestre.

Existen más de 30 especies de lavanda y los precios de mercado son muy variables dependiendo de la calidad del producto. Sin embargo, podemos decir que oscilan entre los 15 y 62 euros por kilo de aceite esencial. Por su parte la esencia de rosas producida en Turquía alcanza precios astronómicos que giran en torno a los 80.000 €/kilo.

Nuestra flor de azahar tiene propiedades calmantes y relajantes, un olor delicioso una vez destilado su aceite esencial; también podríamos diseñar manteles e incluso hacer pastelería típica de la zona porque su aroma es excelente para la elaboración de cualquier dulce.

Además, la naranja no es el único cultivo de la zona con propiedades curativas. La cereza, la almendra, la vid, el olivo o el higo son otros productos de la tierra que podrían tener un rendimiento mucho mayor si, cultivados de forma ecológica, se utilizaran en la creación local de cosméticos, lo que redundaría en la creación de trabajo de calidad en la zona.

Por otra parte, la industria cosmética natural sería una gran aliada del turismo rural alternativo que despunta en algunos puntos singulares del litoral levantino.

Otro asunto diferente sería el de la diversificación de los cultivos. La generalización del naranjo como monocultivo a principios del siglo XIX trajo consigo el abandono de muchas variedades típicas de la zona. La consecuencia más inmediata es que la variada gastronomía valenciana y alicantina ya no se cocina con productos de las huertas colindantes sino, en gran medida, con productos que han viajado miles de kilómetros para llegar a nuestras cazuelas.

La recuperación de la gastronomía popular, otro de los grandes atractivos del turismo alternativo en el área valenciana, debería estar regida en primer lugar con la recuperación de la soberanía alimentaria de los pueblos que el cultivo de la naranja desterró hace dos siglos. Variedades de productos típicos como el calabacín y la calabaza, el melón y la sandía, el ajo, la alcachofa, las pencas, y diversos tipos de hierbas aromáticas como el tomillo y el romero están siendo reintroducidas.

Para crear empleos verdes solo hace falta mirar con otros ojos lo que nos rodea, apostar por nuestros productos y emprender proyectos nuevos. Las oportunidades están ahí, sólo es necesario creer en ellas.

Carolina Punset es Concejala del Ayuntamiento de Altea

Carolina López es coordinadora de Economía Verde

Para más información:

www.carolinapunset.com

www.economíaverde.org

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