Tras dejar atrás los calurosos meses de verano, el bosque se convierte en una importante fuente de frutos silvestres comestibles. Moras, frambuesas, castañas, higos, espárragos o caquis son algunos de los alimentos que crecen en estas zonas. Buena parte de ellos llegan a su grado óptimo de madurez durante los meses de octubre y noviembre, pero desde el punto de vista de la seguridad alimentaria, hay que acercarse a los bosques y sus frutas con mirada respetuosa y cautelosa. Si bien muchos son comestibles, otros tantos son tóxicos y conviene distinguirlos.
Con la llegada del otoño, aflora una de las costumbres más tradicionales durante esta época del año. La recogida de setas se convierte en una importante actividad que empieza con una salida al bosque y termina, si ha habido suerte, en los fogones. Pero no sólo de setas se alimenta el bosque. En él florecen otros frutos silvestres comestibles como castañas, membrillo, zarzamora, higos o avellanas. El cuidado en la recolección y en su manipulación son fundamentales para asegurar que el consumo de estos alimentos es seguro.
Para prevenir riesgos
El hecho de que una parte de la planta sea comestible no significa que todas las partes lo sean. Algunas necesitan una cocción para eliminar las toxinas, como los frutos del saúco: cocinar sus granos crudos combate los tóxicos, pero las hojas o las raíces no son comestibles. La prevención es, como en el caso de las setas, la mejor garantía de seguridad. Nunca se debe recoger algo cuyas características se desconozcan. Debe saberse con exactitud que es comestible.
Cuanto mayor es la popularidad por la recogida de los frutos silvestres, mayor es el número de personas que se «alimentan del campo» sin saber, en muchos casos, qué deben evitar y qué no. Las moras serían una excepción, ya que es sencillo distinguirlas, pero no ocurre lo mismo con todas las plantas. Algunos arbustos pueden tener frutos carnosos y comestibles, pero las semillas pueden ser venenosas.
Recomendaciones
Algunas recomendaciones que ayudan a prevenir riesgos son:
* Identificar frutos, hojas u otras partes comestibles y estar seguros de que no son tóxicas.
* No recoger los frutos de plantas quemadas, golpeadas o con cualquier otro signo de deterioro.
* No recoger bayas o moras de plantas que crezcan en viejas zonas industriales, bordes de carretera o cuando sea visible un suelo contaminado porque pueden contener sustancias químicas procedentes del ambiente.
* Es preferible recoger los frutos comestibles de plantas donde crezcan en abundancia.
* Guardar una muestra de los frutos u hojas en crudo ya que, en caso de intoxicación alimentaria, se podrá identificar el origen.
Estas recomendaciones son fundamentales, ya que en una determinada época del año puede haber plantas venenosas, mientras que en otros períodos se pueden consumir. Disponer de un manual que recoja información sobre las partes de una planta que son o no comestibles puede ayudar a una elección segura.
MARTA CHAVARRÍAS – www.consumer.es – EROSKI