Las viejas simientes encontradas dentro de una calabaza han conseguido dar el fruto de la variedad cuarentena, que hacía sesenta años que no se cultivaba. La colaboración entre labradores, vecinos, cooperativas y expertos ha sido clave en el reto de recuperar lo que algunos consideran el mejor tomate del mundo.
Francisco Ballester y Fernando Sellés son los artífices de la recuperación del tomate cuarentena, una variedad autóctona perdida hace más de medio siglo que, tras varios años dedicados a hacer germinar las viejas simientes y reproducir este cultivo, podrán degustar finalmente este año los paladares más exigentes.
Para lograr el preciado tomate, se desarrolló toda una cadena de favores. Además, han hecho falta diferentes intentos, variaciones de temperaturas, análisis de virosis y muchos cuidados y paciencia para que las semillas encontradas en 2008 por Vicent Burgés en una calabaza, arraiguen.
El esfuerzo de los labradores y de la organización Slow Food comienza a dar frutos. Estos dos agricultores de Benifaió ya han conseguido la primera cosecha de tomate cuarentena. Slow Food, que impulsó en 2008 la recuperación de este cultivo, espera recolectar este año cerca de 600 kilos de este preciado tomate, “el mejor del mundo”, asegura el portavoz de Slow Food en Valencia, Josep Marco.
Esta variedad de tomate se cultivaba en el término municipal de Alginet (en la comarca de la Ribera Alta del Júcar, provincia de Valencia). Más info sobre esta variedad [PDF], o en SlowFood.