El kéfir tiene un sabor ligeramente más ácido que el yogur y su textura es un poco más líquida. ‘El Cantero de Letur’ nos explica toda su historia.
Probablemente la popularización del kéfir en Europa se debe a la longevidad de los habitantes del Cáucaso que lo consumen desde la antigüedad.
El kéfir tiene una relación muy directa con el yogur, pero se diferencia fundamentalmente en el tipo de fermentación que lo origina y en su sabor.
En la fermentación de la leche en el caso del yogur se produce una reacción láctica, por la que la lactosa se convierte en ácido láctico. En el caso del kéfir la fermentación es de tipo lacto-alcohólica, por la cual la lactosa además de convertirse en ácido láctico, produce anhídrido carbónico (por ello a veces puede encontrar gas dentro del bote) y alcohol. Este tipo de fermentación del kéfir descompone la leche en nutrientes más simples, más digestivos y más tolerable para personas con intolerancia a la lactosa. Para conseguir un tipo de fermentación u otra, simplemente utilizamos distintos tipos de fermentos.
Por otra parte, además de por sus aportes nutritivos, el kéfir es bien conocido por otra serie de importantes beneficios para la salud tales como la mejora de la resistencia a enfermedades por el beneficio a la flora intestinal, previene la osteoporosis, reduce la presencia de elementos carcinógenos y es un antibiótico natural que previene infecciones.
El Cantero de Letur produce kéfir de vaca y de cabra, en versiones a partir de leche natural y desnatada. A todos los beneficios del kéfir hay que añadir por tanto el hecho de usar leche ecológica certificada con lo que ello añade de calidad, seguridad, sabor y también de protección del medio ambiente. En definitiva estamos hablando de un producto sabroso y muy saludable.
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