Un largo camino juntos
Hace ya unos 40.000 años comenzó un periplo, en el transcurso del cual los descendientes del lobo común o Canis Lupus acabaron por transformarse en una especie nueva canis lupus familiaris, que luego se subdividió en diferentes razas, de las cuales hay al menos 343. De las sucesivas mezclas entre dichos canes surgió el perro sin raza, que tiene características variadas, pero no se identifica exactamente con ninguna.
Los perros sin raza surgen a partir de caninos semisalvajes y semi socializados que habitan cerca de asentamientos humanos y de los que muchos genetistas sostienen que son la versión actual de aquellos antiguos perros que decidieron irse a vivir con los humanos, mucho antes de que la cría artificial y selectiva los hiciera a gusto y medida de sus amos.
Unos perros excepcionales
Los expertos aseguran que mayoritariamente el origen de estos animales es culpa del abandono y excepcionalmente de la pérdida de ejemplares caseros, que se adaptan a sobrevivir donde pueden y se cruzan de manera indiscriminada dando lugar a mezclas, con genéticas cada vez más potentes a medida que van pasando las generaciones.
Más conocido como mestizo, chucho o perro de raza mixta es un can que no procede de un cruce intencional ni pertenece a una determinada raza reconocida oficialmente. Entre los antepasados directos de estos perros puede haber especímenes puros, pero con el correr del tiempo y los cruzamientos, los rasgos característicos de cada raza se van difuminando.
Generalmente son callejeros y producto de la cría natural, en la que suelen prevalecer y sobrevivir los más fuertes, por eso, estos canes en general son más sanos, vigorosos y longevos, que los que han sido criados en cautiverio. En cuanto al carácter, es característico que sean leales, compañeros y obedientes.
Los mejores compañeros
Aunque el perro sin raza suele tener un valor comercial nulo (salvo excepciones), muchas personas los prefieren como compañeros de vida, puesto que suelen ser mucho menos susceptibles a padecer la inmensa cantidad de problemas genéticos y afecciones, que aqueja a los ejemplares puros en general y a algunos de ciertas razas en particular y que son producto directo de cruces endogámicos, con los que se pretende “mejorar” las razas o “marcar” ciertas características.
Por eso, si estás pensando en tener un compañero canino, plantéate seriamente dejar de ser parte del comercio de vidas que existe en torno a las razas y los animales “puros” y adopta un perro sin raza. Hay miles esperando la oportunidad, de demostrar que no se necesita un certificado de pureza para ser un compañero de vida ideal.
Por Sandra MG para ‘El Periódico Verde’