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sábado, diciembre 2, 2023

El calentamiento global con la ayuda ‘activa’ del ser humano puede no ser tan catastrófico

La respuesta breve es SÍ, podemos evitar un cambio climático desastroso.

Sí, pero… no estamos haciendo lo necesario para conseguirlo. O sea, que ese tiempo se nos está agotando y seguimos sin reaccionar.

Esto puede parecer increíble. La ciencia ha diagnosticado a la humanidad una enfermedad mortal (el cambio climático), pero seguimos aplicando cuidados paliativos sin acometer la cirugía que nos daría la posibilidad de evitar el fallecimiento.

¿Por qué no estamos haciendo lo necesario para evitar el cambio climático?

Para responder, primero hay que reformular la pregunta y hacerla menos simplista y más concreta. Una mejor formulación de la pregunta es: ¿es posible evitar un calentamiento global de la Tierra superior a 1,5 ºC? ¿Estamos a tiempo?

La respuesta sigue siendo afirmativa si nos basamos en los datos científicos. Las dudas vienen por otro lado, el de las diferencias políticas y los intereses económicos. Vamos a explicarlo. Según vamos acumulando evidencias, ya no solo científicas (que las tenemos hace décadas) sino observables por cualquier persona de a pie, de que el cambio climático avanza inexorablemente; la duda se hace más fuerte y crece la percepción de que esto no hay quien lo pare.

A pesar de ello, lo que la ciencia nos dice es que el cambio climático que estamos provocando con la actividad humana no es todavía irreversible, es decir, es física, técnica y económicamente factible evitar un calentamiento planetario que sobrepase el límite de 1,5 ºC. Lo que no es seguro es que vayamos a hacerlo, porque conseguirlo depende de nuestras decisiones.

El límite de 1,5 ºC no es arbitrario. Se incluyó en el Acuerdo de París gracias al empuje de los países más vulnerables ante la subida del nivel del mar. Y posteriormente, el IPCC (grupo científico de la ONU) publicó un detallado informe que recopila los cientos de estudios que analizan la enorme diferencia entre los riesgos de un calentamiento global limitado a 1,5 ºC respecto a uno que llegase a los 2 ºC (objetivo inicial del Convenio Marco de Naciones Unidas). El problema ya no es un mundo apocalíptico en un futuro lejano, sino una amenaza real en el tiempo de nuestra propia vida y eso es lo que tenemos que evitar.

El éxito es una cuestión de probabilidades. El IPCC determinó que, para limitar el calentamiento de la Tierra a 1,5 ºC, las emisiones mundiales netas de gases de efecto invernadero deberían llegar a cero a mitad de este siglo, y ya en 2030 deberían reducirse a la mitad. Aunque ningún estudio señalaba altas probabilidades (definidas como mayores del 66%) de conseguirlo, muchos daban probabilidades medias (del 50%) de no sobrepasar el 1,5 ºC, con probabilidades muy altas (superiores al 90%) de evitar los 2 ºC.

Es decir, no tenemos garantías de que se vaya a evitar un calentamiento de 1,5 ºC, pero desde luego no se puede afirmar que sea imposible conseguirlo.

La sola formulación del objetivo de evitar el calentamiento del planeta 1,5 ºC es crucial. A partir de su inclusión en el acuerdo de París, han surgido movimientos (especialmente juveniles) en todo el mundo reclamando su cumplimiento y ya son 127 países los que han adoptado como objetivo reducir sus emisiones netas a cero para mitad de siglo, algo que habría parecido utópico hace solo unos años.

La estrategia de la duda del cambio climático

Dudar es la base del método científico. Las evidencias obligan a revisar las teorías para confirmarlas, modificarlas o descartarlas. Sin embargo, en este caso, las dudas no vienen de la ciencia, que nos dice con claridad que evitar un calentamiento de 1,5 ºC es factible, aun reconociendo que no es fácil.

En el tema del cambio climático, las dudas vienen impuestas por una estrategia interesada. Primero se usó en forma de negacionismo, para cuestionar la “teoría” del efecto invernadero, luego para cuestionar la responsabilidad humana. Desde 1990, el IPCC ha ido publicando informes, cada vez más contundentes, desmontando todas esas dudas. Pero el Acuerdo de París no llegó hasta 2015, 25 años después. Entre medias, con mucho esfuerzo negociador, se pasó por el Convenio Marco de Naciones Unidas (1992), el Protocolo de Kioto (1997), pequeños pasos y muy débiles. Ese era el objetivo de la estrategia de la duda: si no evitar los acuerdos, al menos retrasarlos y debilitarlos.

Ahora la estrategia de la duda se centra en cuestionar la viabilidad de evitar el calentamiento de la Tierra en 1,5ºC. El derrotismo es el nuevo negacionismo. Sus intereses son los mismos: evitar las decisiones políticas que obliguen a adoptar los cambios radicales que puedan evitar un cambio climático desastroso. Porque esos cambios radicales necesarios chocan con los intereses de una economía basada en los combustibles fósiles. Chocan con los intereses de una minoría que sustenta su poder en un sistema económico basado en la desigualdad y en un mito de crecimiento ilimitado.

Son esos intereses fósiles los que siembran la duda, los que ponen palos en la rueda de las medidas y los acuerdos necesarios. Por eso estamos denunciando la responsabilidad de empresas de combustibles fósiles como Repsol en la crisis climática, que el mal llamado gas natural es un gas fósil, las trampas del hidrógeno para mantener la energía sucia, que los fondos de recuperación europeos no deben servir a los intereses de los de siempre para que sigan haciendo lo de siempre, la necesidad de impulsar y asegurar un desarrollo renovable necesario para el clima y respetuoso con la biodiversidad y las personas, y estamos denunciando en el Tribunal Supremo que el plan del gobierno español es insuficiente para hacer frente a la responsabilidad que tiene el país.

No caigamos en la trampa. Evitar un cambio climático desastroso es posible.

Difícil y queda poco tiempo, pero posible.

Centremos el debate en lo importante: si estamos tomando las decisiones y las medidas necesarias y con la urgencia necesaria, para conseguirlo.

Fuente: Greenpeace

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