Se generó un gran asombro en la comunidad científica este último tiempo por un impactante acontecimiento en la Antártida. Sin embargo, este hecho también generó mucha preocupación ya que podría traer ciertas consecuencias ambientales.
Un enorme iceberg se desplazó de su plataforma de hielo y se deslizó por el océano. Aunque suene inocente, esto podría tener un impacto ambiental muy grande y los expertos están preocupados por todo el ecosistema que lo rodea.
Qué ocurrió con el iceberg de la Antártida
El iceberg se llama iceberg «A-68» y pesa unos 1.090 kilómetros cuadrados. El iceberg se separó de la plataforma de hielo Larsen C en la Antártida debido, entre otros factores, al cambio climático.
¿Pero por qué afecta tanto al medio ambiente este desprendimiento? En simples palabras, cuando el iceberg se desprendió, comenzó a flotar por el océano. Así fue como se fue fragmentando en muchos pedazos más pequeños. Estos ocasionó un problema porque empezó a liberar agua dulce en grandes cantidades, lo cual lógicamente afecta la salinidad del mar. Al verse afectada la salinidad, también se alteran las corrientes océanicas, lo que es un problema para todas las especies marinas y para el planeta que también depende de ese agua.
Los antecedentes que predecían esta situación
Antes de la plataforma Larsen C, en la Antártida existieron dos más, la plataforma Larsen A y la plataforma Larsen B. Ambas sufrieron un desprendimiento muy grande hielo, la primera en 1995 y la segunda en 2002. Es por eso que la Plataforma Larsen C estaba entre algodones.
Todos estos antecedentes en la Antártida sumados al enorme cambio climático que hay hoy en día, que aumentó mucho desde la última ruptura en 2002, hacen que los expertos deban estar muy atentos y que un poco se imaginaran esta situación. Sin embargo, eso no quita que este desprendimiento sea un gran problema.
Fue en 2017 que el iceberg A-68 se desprendió por primera vez y fue un hito para la ciencia ya que fue la masa de hielo más grande que se había separado de una plaforma, ya que en su momento tenía un área de 5.800 kilómetros cuadrados, una logitud de 350 kilómetros y ancho de 50 km. Además, tenía un volumen de 1.100.000 millones de toneladas de hielo.
Este iceberg de la Antártida sirvió para que los investigadores puedan conocer más de estos fenómenos y quedó para la historia por su imponente tamaño y por la magnitud de su desprendimiento, ya que este iceberg era el 5% de toda la plataforma Larsen C, que existe hace miles de años.
Aún así, la plataforma Larsen C ya presentaba algunos problemas ya que tenía una grieta que se cada vez se estaba haciendo más grande, que ya en 2017 había alcanzado una longitud de más de 175 kilómetros.
Además, este iceberg tenía rarezas también muy interesantes de investigar por los expertos, como por ejemplo su forma irregular y dispar, que llama la atención ya que los icebergs no suelen ser de esa forma. Además, el iceberg A-68 no se mantuvo unificado todo el tiempo, sino que luego se terminó fragmentando en pequeños pedazos que fueron nombrados como el A-68A, el A-68B y el A-68C, por lo que el agua dulce del iceberg se fue arrastrando aún más zonas del océano.
Sin dudas, este desprendimiento en la Antártida ha sido un hito mundial para la ciencia y también un factor muy importante para concientizar acerca del cambio climático y de los grandes efectos que puede tener, principalmente por la expansión del agua dulce de los icebergs a zonas saladas.
Si bien puede parecer algo lejano y que no nos afecta, realmente este tipo de cambios significativos en el planeta Tierra pueden llegar a traer consecuencias irreversibles, que es mejor pararlas a tiempo.