Al cierra de la cumbre COP29 de Bakú, la decepción es la tónica general entre las asociaciones ecologistas, que esperaban que se tomaran decisiones más ambiciosas ante las graves crisis debidas al cambio climático que experimenta el mundo.
A pesar de algunos avances, los acuerdos alcanzados en la COP29 no son suficientes para enfrentar el desafío global más urgente de nuestra era. Tras casi tres décadas de conferencias de las partes, el sistema de negociaciones climáticas demuestra una incapacidad estructural para cerrar la brecha entre la acción necesaria y las decisiones adoptadas.
COP29 ha sido un encuentro de exhibicionismo
Los últimos años han dejado claro que España es uno de los países más vulnerables al cambio climático. Las olas de calor extremas, los incendios forestales incontrolables y la reciente DANA, que provocó más de 200 muertes en la Comunidad Valenciana y en Castilla-La Mancha, reflejan la creciente frecuencia e intensidad de los eventos climáticos extremos impulsados por el cambio climático.
«España tiene un interés vital en que el sistema multilateral funcione, en que cada país haga su parte y en que se denuncien a los Estados que agravan el problema con su inacción. Además, nuestro país debe ser ejemplar, liderando con políticas sectoriales que se ajusten a lo que el planeta y la humanidad necesitan. Todos los ministerios, territorios y fuerzas políticas deberían hacer una reflexión muy seria», señala Asunción Ruiz, directora ejecutiva de SEO/BirdLife.
La ONG denuncia la ineficacia del actual sistema de Naciones Unidas para alcanzar acuerdos que respondan a la magnitud de la crisis climática: «Tras la COP29, seguimos fallando a la humanidad y al planeta. Este modelo de negociaciones no es capaz de dar respuestas efectivas a un problema global que nos afecta a todas las personas. La crisis climática y de biodiversidad exige soluciones ambiciosas, integradas y urgentes.
Necesitamos herramientas adicionales que permitan superar las limitaciones actuales y llegar a acuerdos reales. Tal vez ha llegado el momento de que los jefes de Estado y de Gobierno asuman directamente el timón de las decisiones. Estamos en un momento de crisis global que recuerda el que provocó la creación de Naciones Unidas para evitar nuevas guerras mundiales. Ahora enfrentamos una crisis de similar magnitud que exige liderazgo, visión y coraje», añade Ruiz.
Sin acuerdos importantes en temas clave
La organización identifica graves deficiencias en los textos finales aprobados en la COP29 en Bakú, que reflejan una desconexión preocupante entre la magnitud de la crisis climática y las decisiones adoptadas. Tres áreas críticas –financiación, mitigación y adaptación– han quedado marcadas por la falta de ambición y de una visión integradora que reconozca el papel central de la naturaleza:
Financiación climática
El Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado (NCQG) de la COP29 representa una mejora política limitada e insuficiente. La meta de 300.000 millones de dólares anuales de fondos públicos hasta 2035 no responde a las necesidades urgentes de los países en desarrollo (1,3 billones anuales) y deja sin atender las demandas de financiación pública basada en subvenciones, perpetuando modelos de deuda insostenibles.
Los gobiernos podrían obtener más de un billón de dólares simplemente con el dinero utilizado actualmente en incentivos a los combustibles fósiles. Además, la eliminación de referencias explícitas al papel de la biodiversidad y a las soluciones basadas en la naturaleza como eje de la financiación climática supone un grave retroceso en la integración de la crisis climática y de biodiversidad.
Mitigación
La COP29 fracasó en operacionalizar el acuerdo alcanzado en la COP28 sobre la eliminación progresiva de combustibles fósiles. A pesar de la urgencia climática, los textos finales no incluyen compromisos claros para alcanzar el pico de emisiones ni estrategias concretas para una transición energética justa. La exclusión de los ecosistemas ricos en carbono –como los bosques, humedales y océanos– del programa de mitigación es una omisión grave, ignorando su capacidad como sumideros naturales esenciales para reducir emisiones y aumentar la resiliencia climática.
Adaptación
Aunque se acordó como avanzar en la identificación de indicadores para medir los progresos del Objetivo Global de Adaptación (GGA), estos son insuficientes para garantizar una acción transformadora. Las menciones al papel de los ecosistemas en la resiliencia climática son débiles y no reflejan su importancia como barreras naturales frente a los impactos del cambio climático. Se perdió en la COP29 la oportunidad de insistir explícitamente en la relevancia de los ecosistemas en los planes de adaptación nacionales. Y la financiación para adaptación sigue sin asegurar un acceso directo y equitativo para las comunidades más vulnerables, perpetuando una brecha de justicia climática.
Naturaleza ignorada
La COP29 no solo careció de ambición en los compromisos individuales, sino que ignoró en gran medida el papel de la naturaleza como solución climática integrada. La ausencia de referencias sustantivas al vínculo entre acción climática y biodiversidad refleja una falta de alineación con los objetivos del Convenio de Diversidad Biológica y del Convenio contra la Desertificación.
COP 30: ¿trabajarán en serio o será otro encuentro para las fotografías?
De cara a la COP 30, que se celebrará en 2025 en Belém, Brasil, a las puertas del Amazonas, el grupo ecologista exige un cambio de rumbo. No podemos permitirnos otro año de inacción y reuniones de mínimos. Es fundamental trabajar desde ahora para garantizar que los ecosistemas ricos en carbono, como los bosques amazónicos, los humedales y otros sumideros clave, sean protagonistas en las decisiones climáticas.
«No podemos esperar a que llegue la COP30 para empezar a tomar decisiones. Exigimos que, durante los próximos 12 meses, los países trabajen desde el más alto nivel con firmeza y decisión en construir acuerdos que integren la ciencia, las soluciones basadas en la naturaleza y las sinergias con el Convenio de Diversidad Biológica en la Cumbre del Clima. Los gobiernos no pueden seguir ignorando el papel central que desempeña la naturaleza en la lucha frente al cambio climático. Brasil, como anfitrión, tiene la oportunidad y la responsabilidad de liderar este cambio necesario,» subraya Ana Márquez, técnica de Energía y Clima de la ONG, desde Bakú.
Pero los deberes no solo deben ser para la Comunidad Internacional, la ONG considera que España tiene todavía mucho margen de mejora – y con más progreso a nivel nacional, es más fácil impulsar decisiones más ambiciosas en las COPs. Según Márquez.
Las COPs están fallando en mandar señales claras y contundentes sobre la urgencia de actuar, lo que nos obliga a redoblar esfuerzos en casa. En España, tenemos tareas claras: eliminar los combustibles fósiles, edificios eficientes y cero emisiones, vehículos eléctricos, transporte público conectado y accesible, renovables responsables, modelos energéticos descentralizados, sistema agroalimentario sostenible, transición agroecológica y servicios de proximidad, ciudades más verdes y saludables,
Conservar mejor nuestros bosques autóctonos y humedales, y dar un salto cualitativo en adaptación basada en la naturaleza. La reciente DANA, con sus trágicas consecuencias, es un recordatorio de que no podemos posponer estas acciones. La naturaleza no es solo una solución climática; es nuestra mejor defensa frente a eventos extremos que ya están aquí.
Los resultados de la COP29 han vuelto a quedar muy lejos de las necesidades reales que tiene el planeta, de abordar tanto la crisis climática como la pérdida de biodiversidad. En un año se celebrará la COP30 en Brasil, pero la pregunta es obvia: ¿cuántas oportunidades más se perderán de hacer algo, antes de que crucemos la tenue línea de la inexorabilidad?