Cada cierto tiempo aparece un titular que asegura que hay nieve en el Sáhara, pero ¿realmente es así? Generalmente al hablar de desierto viene a nuestra mente la imagen de dunas de arena, pedregales, algún oasis y paisajes poblados de animales como órices o camello.
Por este motivo, resulta difícil pensar en el Sáhara como la cuna de la nieve. Además, los desiertos suelen vincularse con espacios cálidos y secos, alcanzados por un sol ardiente durante el día. Cabe destacar que el desierto del Sáhara se ensalza como uno de los más grandes del mundo, con una extensión total de 9 400 000 km2.
De hecho, el Sáhara se está agrandando a causa del cambio climático. Ocupa una extensión importante del norte de África, compuesta por Marruecos, Argelia, Túnez, Libia, Egipto, Sudán del Norte, Chad, Níger, Malí y Mauritania. En líneas generales, el paisaje sahariano está marcado por campos de dunas, valles secos de roca, llanuras de piedra y gravilla y salares.
Exceptuando el Nilo, que cruza Egipto de sur a norte y llega al Mediterráneo, no hay cursos fluviales permanentes en el Desierto del Sáhara. La mayor parte de los cursos fluviales son estacionales o intermitentes.
Sí existen acuíferos subterráneos que de forma ocasional pueden llegar a la superficie y crear oasis. En este contexto, resulta difícil pensar en el Sáhara como un paisaje blanco. Sin embargo, aunque pueda verse como algo casi inimaginable, es real.
El Sáhara sí tiene nieve cada cierto tiempo
Uno de los momentos excepcionales en los que el Sáhara se tiñó de blanco tuvo lugar el 7 de enero de 2018. Cuando los residentes de Ain Sefra, una ciudad argelina, despertaron por la mañana encontraron cambiado su paisaje habitual. La arena anaranjada se tiñó de un manto blanco que no deja lugar a dudas: era nieve.
Este evento fue precedido por una alerta meteorológica emitida por el servicio meteorológico de Argelia, que auguró nevadas en la zona oeste del país.
Los residentes en Ain Sefra estaban acostumbrados a un clima árido, con una temperatura media en enero de alrededor de 12,4 grado centígrados y precipitaciones anuales que apenas llegan a los 169 mm de agua por metro cuadrado.
Además, la ciudad de Ain Sefra está ubicada a una altitud de unos 1000 metros sobre el nivel del mar, lo que la transforma en una de las localizaciones más altas del Sáhara. Bajo estas circunstancias, el paisaje nevado en el desierto del Sáhara causó un gran impacto.
¿Por qué nieva en el Sáhara?
Pese a que en verano las temperaturas del Sáhara son muy elevadas, en invierno este desierto ve cómo algunas de sus isotermas bajan de los 5ºC en el mes más frío.
Concretamente, la nevada de 2018 surgió producto de una corriente de aire frío que se movilizó desde el mar Mediterráneo, generando condiciones perfectas para la caída de nieve. No sucedía algo como este desde febrero de 1979.
Es verdad que el Sáhara se torna como una de las ubicaciones más secas y calurosas de la Tierra, pero su clima es cambiante.
Durante el día, las temperaturas pueden registrar niveles extremos por la radiación solar intensa que calienta la arena, pero por la noche las temperaturas bajan considerablemente.
La combinación de calor extremo diurno y frío intenso nocturno recrea un rango térmico que puede permitir la creación de nieve bajo determinadas circunstancias.
El motivo por el que, pese a tratarse de un desierto, es posible hallar nieve, se debe al mix de vientos fríos que traen humedad desde el océano Atlántico, el mar Mediterráneo y el océano Índico.
Estos vientos tienen contacto con las temperaturas más frías de la noche en zonas como Ain Sefra y, cuando las condiciones climáticas son aptas, permiten la precipitación en forma de copos de nieve.
Lugar del cambio climático en las nevadas del Sáhara
La existencia de nieve en el desierto del Sáhara plantea varios interrogantes sobre el impacto del cambio climático en las condiciones meteorológicas globales.
Conforme el clima internacional padece modificaciones, las nevadas en zonas que históricamente fueron áridas están empezando a ser cada vez más frecuentes.
Expertos en climatología advierten que el calentamiento global puede estar originando las condiciones propicias para que fenómenos meteorológicos extremos, como es el caso de las nevadas en el Sáhara, sean más habituales.
«Nieva en el Sáhara por primera vez» es el titular que solemos ver, pero ¿y si se convirtiera en algo rutinario? Las alteraciones ya han empezado a sentirse en las lagunas de Sierra Nevada, afectadas por el cambio climático y el polvo del Sáhara.