Los vientos del norte soplan esperanza para la descontaminación ambiental, pero cada gran trabajo conlleva una gran responsabilidad. En Noruega se acaba de dar un paso giganteen la lucha contra el cambio climático, con una tecnología que se desconocía y que parece de sacada de una película de ciencia ficción.
Noruega de un adiós a la contaminación
Imaginemos la contaminación del planeta, esas grandes cantidades de CO2 en el ambiente, aquel humo que se produce por las fábricas y vehículos, pero siendo capturadas, interceptadas para luego ser sepultadas… pero no en vertederos.
Estamos en el momento en donde el avance científico permite el desarrollo de nuevas tecnologías que permitan eliminar aquella contaminación que lleva años estancada en el planeta y la clave no está en la tierra, sino a metros bajo el lecho marino.
Este proyecto se llama Northern Lights, pertenece al programa Longship de Noruega, y ya está operando su primera fase: captura, transporte y almacenamiento permanente de CO₂ a 2600 metros bajo el lecho marino en el Mar del Norte.
¿De qué se trata Northern Lights?
Un sistema que funciona, primero, capturando el CO2 de las plantas industriales (de momento en la cementera Brevik) para comprimirlo y licuarlo. Esta forma líquida se traslada por alta mar hasta Øygarden, donde viaja por una tubería submarina de aproximadamente 100-110 kilómetros.
Culminando el recorrido hasta llegar a un reservorio geológico, denominado “Aurora”, situado a 2600 metros bajo el mar. La idea es que es CO2 sea confinado en formaciones salinas profundas, sin riesgo de fugas y contribuyendo a reducir lo que se libera a la atmosfera.
En su fase inicial, Northern Lights tiene capacidad para inyectar 1,5 millones de toneladas de CO₂ al año, pero no se quedan ahí, ya hay planes de expansión. En la segunda fase se espera triplicar esa cifra, siempre y cuando la demanda lo permita ya que la humanidad no conoce límites.
Las primeras empresas ya firmaron contratos para enviar su CO2 capturado al sistema Northern Lights. Entre ellas hay productoras de fertilizantes, plantas de biogás y hasta una instalación de incineración de residuos en Dinamarca.
¿Solución real o permiso para contaminar?
Estamos de acuerdo que esto no se trata de que se minimice la contaminación generada por las empresas, sino que una porción de esta termine “bajo la alfombra”. El riesgo es que en lugar de transformar sus procesos hacia alternativas, simplemente paguen por enterrar sus emisiones.
Si bien, se puede ver diversos puntos de vista en este descubrimiento, expertos señalan que esto no es la solución sino una medida complementaria al cambio climático y la prioridad siempre será reducir las emisiones desde el origen.
Los encargados del proyecto señalan que esta medida es una herramienta para alcanzar aquellas metas climáticas globales, para industrias que emiten CO2 como parte de reacciones químicas, no solo por quemar combustibles. El almacenamiento podría ser la única vía de descarbonización.
¿Esto es el futuro?
Este hito en Noruega marca algo más que una obra maestra de ingeniería: podría ser una de las piezas claves para que el mundo pueda cumplir acuerdos climáticos que se han visto sobreelevados a pesar de sus esfuerzos.
Lo que está haciendo Northern Lights nos demuestra que ya no es cuestión solo de idea: es acción concreta, a escala comercial, con impacto real. Si otras naciones se suben al tren, podríamos ver cómo el CO₂ deja de ir al aire y termina bajo tierra.
Claro, no será la solución única. Habrá que mezclar estas tecnologías con energías limpias, cambios en el estilo de consumo, regulaciones más duras, y mucha voluntad política. Pero por ahora, este “cementerio submarino” de carbono es una de las mejores noticias climáticas que se han tenido en mucho tiempo, sin destrucción masiva y consecuencias inimaginables como las que están ocurriendo acá.