Con el objetivo claro de combatir el cambio climático y optimizar las prácticas selvicolas en las choperas, logrando una máxima absorción del dióxido de Carbono o CO2 uno de los GEI más abundantes y peligrosos, la Confederación de Organizaciones de Selvicultores de España y el Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera de la Junta de Andalucía han colaborado en la realización de un estudio.
Las conclusiones del estudio enmarcado en el Proyecto LIFE Wood for Future apuntan a que una menor densidad a la hora de plantar las choperas, junto con un laboreo de los campos que se reduzca al mínimo, podrían ser dos acciones muy beneficiosas para que estas crezcan con salud y rapidez, ya que son de los árboles que más cantidad de CO2 secuestran.
Las choperas y el CO2
Una investigación analiza las mejores prácticas selvícolas para maximizar el secuestro de CO2 en las choperas y combatir el cambio climático, un estudio que ha demostrado que reducir la densidad de los árboles favorece fustes más gruesos y una mejor absorción del carbono del suelo.
Expertos del Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera de la Junta de Andalucía (IFAPA) y la Confederación de Organizaciones de Selvicultores de España (COSE) han desarrollado en Granada este estudio que se enmarca en el proyecto LIFE Wood for Future, financiado con fondos europeos.
La investigación ha analizado las prácticas selvícolas más adecuadas para maximizar la capacidad de las choperas de secuestrar carbono de la atmósfera, mejorar así la calidad del aire y combatir el cambio climático. El estudio ha demostrado que plantar menos árboles por parcela y reducir al mínimo el laboreo del suelo permite aprovechar mejor los nutrientes a través de las raíces y favorece un mayor diámetro del fuste, lo que aumenta su capacidad para capturar CO2 en la madera, las ramas y las hojas.
Según investigaciones previas, a nivel global los árboles son capaces de absorber hasta un 25 % del dióxido de carbono producido por las actividades humanas. La investigación ha destacado que el álamo es una de las especies forestales que más carbono secuestra por su «rapidísimo» crecimiento, ya que es capaz de alcanzar los 25 metros de altura en unos ocho o diez años.
Los investigadores han medido en seis choperas sometidas a diferentes condiciones la cantidad de carbono en los distintos reservorios o ‘almacenes’: la biomasa viva -madera, ramas y hojas-, la biomasa muerta -desfronde y ramillas- y el suelo del que se nutren las raíces.
Tras aplicar diversas prácticas selvícolas, desde la cantidad de riego o la distancia entre árboles, han definido las más adecuadas para propiciar un mayor crecimiento, con fustes más gruesos que a su vez desarrollan más ramas y hojas.
La gestión forestal sostenible aplicada a las plantaciones de chopo que puede incrementar la tasa de acumulación de carbono incluye prácticas como el aumento del turno de corta, la disminución de la densidad arbórea o el manejo del riego, según el estudio. La técnico especialista titular del IFAPA María Ángeles Ripoll ha detallado que, en función del destino final de la madera, el secuestro de CO2 puede durar más o menos.
Ha detallado que el empleo de esta madera para fabricar productos para la edificación implica que su captura de CO2 se prolonga durante decenas o cientos de años y que triturar y distribuir los restos de poda en las mismas parcelas facilita su mineralización para abonar las nuevas plantas.
Los cambios sugeridos por los expertos de IFAPA y COSE, surgidos del estudio llevado a cabo en Granada, permitirían que las choperas crecieran de manera más eficiente y, por tanto, más rápida, con lo que se consiguen más árboles que secuestren carbono en forma de CO2, una forma de combatir el cambio climático al tiempo que se mejora la calidad del aire.