Las salinas de la Bahía de Cádiz han demostrado ser espacios clave para la captura y almacenamiento de dióxido de carbono (CO2) atmosférico, según un estudio del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía (ICMAN), perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
La investigación, publicada en la revista Journal of Environmental Management, analiza cómo los distintos modelos de uso de las marismas —desde salinas industriales y artesanales hasta explotaciones acuícolas y zonas sin actividad— influyen en su capacidad de actuar como sumideros de carbono.
El estudio ha evidenciado que los ambientes hipersalinos, como es el caso de la salina de Cádiz y el de los esteros dedicados a la producción de salmuera, presentan una elevada capacidad para absorber CO₂, funcionando como sumideros netos de carbono.
Las salinas de Cádiz y el dióxido de carbono
Una investigación ha puesto de manifiesto el importante papel de las salinas de la Bahía de Cádiz como sumideros de carbono, como lugares capaces de absorber y almacenar dióxido de carbono (CO2) desde la atmósfera.
«Los resultados apuntan a que recuperar salinas en desuso o convertir en salinas marismas degradadas actualmente y sin actividad supone una acción eficaz por el clima; al mismo tiempo que genera riqueza en la región», resume Emma Huertas, del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía (ICMAN) e investigadora principal del estudio.
Otros, como los embalses de almacenamiento de agua para extracción de sal y las marismas destinadas a prácticas acuícolas, cuya salinidad es moderada, emiten CO2 durante las estaciones cálidas y lo secuestran durante las estaciones frías, un comportamiento similar al de las marismas naturales no alteradas por la acción humana.
Pero a pesar de esta variabilidad estacional, “en términos absolutos, el papel como sumideros de las marismas transformadas, ya sea en salinas o explotaciones acuícolas, es positivo, ya que la cantidad de CO2 secuestrada anualmente es muy importante en términos cuantitativos«.
La investigación, realizada con mediciones realizadas durante 2020 y 2021 con la ayuda de drones y satélites para cuantificar las extensiones de los sistemas, llega a cuantificar en más de 400 toneladas de CO2 anuales las que pueden absorber desde la atmósfera las salinas industriales extensivas.
Luchar contra el cambio climático
Se trata del primer estudio integral de este tipo que se realiza en la Bahía de Cádiz. En sus conclusiones apunta que “la gestión sostenible y la conservación activa de estos ecosistemas, especialmente las salinas, no solo protege la biodiversidad, sino que también contribuye directamente a la reducción de emisiones de carbono a escala regional”, señala Huertas.
Por ello, sugiere que el servicio de regulación climática que prestan estos ecosistemas sea reconocido e integrado en las estrategias de mitigación de emisiones, incluyendo su posible participación en los mercados de carbono emergentes.
Los autores también advierten de que el aumento de temperaturas puede afectar al intercambio de CO2 y comprometer el papel de estos ecosistemas como sumideros, por lo que recomiendan un seguimiento constante. La investigación, en la que también han participado las universidades de Cádiz y Málaga, forma parte de la tesis doctoral de Silvia Amaya Vías, del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía (ICMAN-CSIC). EFE