Dichas cifras llaman la atención, ya que dicho crecimiento viene prácticamente de la mano con un casi nulo ordenamiento del territorio. Esto genera altos niveles de riesgo para el ambiente, la población, la infraestructura pública y privada y las actividades económicas que allí se desarrollan.
El crecimiento urbano se ha triplicado durante los últimos 40 años persistiendo vacíos en materia de ordenamiento territorial, según determinaron estudios del Estado de la Región y del Estado de la Nación.
En ese periodo el crecimiento es de 157,7%, tanto la capital como las zonas periféricas.
El informe determinó que en los últimos 19 años el país pasó de 15 mil hectáreas en 1995 a más de 20 mil hectáreas en 2014.
Dichas cifras llaman la atención, ya que dicho crecimiento viene prácticamente de la mano con un casi nulo ordenamiento del territorio. Esto genera altos niveles de riesgo para el ambiente, la población, la infraestructura pública y privada y las actividades económicas que allí se desarrollan.
Luis Zamora, coordinador del Programa de Investigación en Desarrollo Urbano Sostenible (Produs) de la Universidad de Costa Rica (UCR), esta carencia de un adecuado ordenamiento territorial provoca que los fenómenos naturales impacten de manera más perjudicial a nivel social y económico.
Además señaló que los efectos de los desastres en la capital responden a debilidades en el control de los usos de la tierra en las márgenes de los ríos, a deficiencias en el manejo de residuos sólidos, a la impermeabilización de suelos y al mal del sistema pluvial.
“Mucho de lo que se ha hecho en el país no tiene una planificación de ese tipo, porque no todos los cantones poseen un plan regulador, entonces hay una deficiencia en cuanto al modo en cómo crecemos”, indicó Zamora.
A la fecha únicamente 31 cantones cuentan con un plan regulador vigente; de carácter parcial, 18 cantones carecen de este, 11 están en proceso y 21 tiene algún proceso iniciado.
Allen Cordero, director de la Escuela de Sociología de la UCR, también concuerda en que los efectos adversos de diversos fenómenos naturales son favorecidos por estilos de vida insostenibles con el medio ambiente.
“Quienes dominan el mundo no quieren cambiar la política dominante y ven como positivo el desarrollo económico sin cuestionamientos”, afirmó Cordero.
Población vulnerable
Ambos especialistas coinciden en que las condiciones socioeconómicas de la población son un factor relevante. En gran parte de los casos ocupan zonas de riesgo, lo cual agrava el problema y repercute en posteriores impactos.
Cordero explicó que las poblaciones más vulnerables tanto a nivel rural como urbano se colocan en las zonas más riesgosas y donde fenómenos como la Tormenta Nate generan un impacto más constante y contundente.
“Viven a orillas de ríos, en terrenos con pendientes muy pronunciadas o con muchas fallas, porque son los lugares más accesibles económicamente, o incluso, llegaron ahí vía toma de tierras o invasiones, porque no les queda otro remedio” agregó.
Mientras que Zamora señaló que pese a que existe una legislación que crea zonas de protección para evitar que personas construyan en lugares de riesgo, se siguen invadiendo los cauces de los ríos, lo que los coloca en condición de vulnerabilidad.



















