Los especialistas preparan una nueva expedición para colocar trampas en el Parque, cuyas 70 mil hectáreas son compartidas por las orientales provincias de Holguín y Guantánamo
Científicos cubanos planifican otro viaje a un macizo montañoso del noroeste de la isla, donde está ubicado el Parque Nacional Alejandro de Humbolt, para ubicar más ejemplares de almiquí, un primitivo mamífero insectívoro que se creía extinguido.
Los especialistas preparan una nueva expedición para colocar trampas en el Parque, cuyas 70 mil hectáreas son compartidas por las orientales provincias de Holguín y Guantánamo, a unos mil kilómetros al este de La Habana
Entre marzo y abril últimos, y luego de casi diez años de búsqueda, una expedición de científicos cubanos y japoneses halló varios ejemplares del insectívoro («Solenodon cubanus») que se creía extinguido desde el siglo 19a causa de la deforestación y la introducción de otras especies en la isla.
Los científicos capturaron siete ejemplares del almiquí: cuatro machos y tres hembras, para estudiarlos durante dos días, y después los devolvieron a su hábitat en un sitio conocido como El Toldo, una meseta del Parque, el área protegida de mayor biodiversidad del Caribe insular y uno de los sitios de mayor endemismo del mundo.
En la zona también fueron detectadas evidencias referidas a la probable presencia de un mayor número de ese mamífero endémico cubano, mientras otro resultó filmado por una cámara trampa.
El investigador Rafael Borroto-Paéz, del habanero Instituto de Ecología y Sistemática del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, dijo que se trató de un hallazgo «muy importante», porque el equipo de investigadores encontró indicios de que la población de almiquíes puede estar recuperándose en la isla.
«Lo más notable es que en el transcurso de las últimas cinco décadas se habían observado muy pocos ejemplares de esta especie considerada críticamente amenazada, lo cual podría sugerir una cierta recuperación de sus escasas poblaciones», señaló Borroto.
Considerado como un «fósil viviente», de cuyos antepasados se han encontrado huesos que datan de hace 30 millones de años, el almiquí no ha cambiado mucho su fisonomía, tiene hábitos nocturnos y está dotado de una saliva venenosa que inocula en sus presas cuando las muerde, aunque son incapaces de protegerse de gatos, perros y hasta de los ataques de ratas.
Es un mamífero de unos 30 centímetros de largo, de andar lento que cuando es perseguido tiende a detenerse y a esconder la cabeza, lo que lo hace vulnerable, incluso ante animales de talla menor.
Pequeño de color pardo oscuro o negro con el hocico que termina en una punta moldeable, y los hombros de un blanco-amarillento, su cabeza tiene a ambos lados las fosas nasales, con ojos pequeños y orejas casi ralas y redondeadas.
Existen dos especies bastante parecidas: el almiquí de Cuba, que es el «Solenodon cubanus», y el almiquí paradójico, cuyo nombre científico es «Solenodon paradoxus», y habita en la isla de La Española, que comparten República Dominicana y Haití.
En Cuba, hasta la década de 1970 muchos lo daban por extinguido, hasta que volvió a ser visto en los años 1974 y 1975, y más tarde en 2003 en el Parque Nacional Alejandro de Humboldt, en el noreste montañoso de la isla.
El animal fue descrito como especie nueva en Cuba por el científico alemán D. Peters en 1861, y mucho después, en la primera mitad del siglo 20, por el sabio cubano Felipe Poey, quien lo llamó con el nombre vulgar de almiquí.
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