Desde la década de 1970, grandes extensiones del Cerrado han sido convertidas a pastizales, plantaciones y campos de maíz y caña de azúcar, lo que ha impulsado la economía de Brasil y ha alimentado a su población, pero ha perjudicado la biodiversidad del ecosistema.
Durante mucho tiempo, la selva amazónica ha sido un tema central para ambientalistas, científicos y políticos, pero ahora están comenzando a prestar más atención al otro ecosistema importante de Brasil: las singulares sabanas y zonas boscosas conocidas como “Cerrado”.
Desde la década de 1970, grandes extensiones del Cerrado han sido convertidas a pastizales, plantaciones y campos de maíz y caña de azúcar, lo que ha impulsado la economía de Brasil y ha alimentado a su población, pero ha perjudicado la biodiversidad del ecosistema.
Y mientras que existe una gran preocupación internacional sobre el destino de la Amazonía, pocas personas fuera de Brasil saben del Cerrado. Su mosaico de paisajes de matorrales, pastizales y bosques ocupa una quinta parte de Brasil, que abarca entre 1,5 y dos millones de km2 entre la selva amazónica y el Atlántico.
Allí se encuentra la más rica diversidad de especies vegetales de las sabanas del mundo y viven animales únicos, incluyendo el oso hormiguero gigante, el armadillo gigante y el aguará guazú. También es una fuente importante de agua, sus ríos desembocan en los grandes humedales del Pantanal.
Sin embargo, para el año 2008, casi la mitad de la vegetación original del Cerrado se había perdido debido a la expansión agrícola. Según el Ministerio de Medio Ambiente de Brasil, un promedio de 14 mil km2 fueron convertidos en tierras para la producción agropecuaria entre 2002 y 2008, aunque las fuentes de datos son menos precisas que en el caso de la Amazonía. Esta región produce el 60% del café y de la soya del país, el 86% de su algodón y 72 millones de cabezas de ganado.
“El Cerrado es más seco, en cuanto al clima, y es más apto que la Amazonía (de clima húmedo) para la expansión agrícola, especialmente para el cultivo de algunos de los granos que se producen en la actualidad”, dijo Sven Wunder, científico principal del Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR) en Río de Janeiro.
“Por lo tanto, el Cerrado enfrenta fuertes presiones y realmente no podemos descartar la posibilidad de que haya algunas fugas, de las presiones sobre la Amazonía a las de la región del Cerrado”, advirtió.
En el año 2010, el Gobierno de Brasil anunció un Plan de Acción para la Prevención y el Control de la Deforestación y los Incendios Forestales en el Bioma Cerrado (PPCerrado), de 200 millones de dólares. Es parte del compromiso del país de reducir las emisiones de carbono derivadas de la deforestación, junto con el plan elaborado para la Amazonía en 2003, el PPPCDaM, que reunió 14 ministerios para combatir la deforestación amazónica y que ha obtenido resultados alentadores.
“La diferencia [entre el plan del Cerrado y el de la Amazonía] es que es más reciente, por lo que todavía se está modificando y los resultados aún son modestos. Entre 2008 y 2009, logramos una reducción de la deforestación en el Cerrado, pero hay mucho por hacer”, afirmó Oliveira.
Según el Gobierno, la conversión de la tierra bajó a 7,637 km2 de 2008 a 2009. Es equivalente a la pérdida que se produjo en la Amazonía en el mismo año, pero representa una mayor proporción de la superficie total, dado que el Cerrado es más pequeño.
Vía: Kate Evans | CIFOR