La almeja asiática vive mejor en EEUU que en Asia. Los hallazgos no son un buen augurio para posibles futuras invasiones de los aún más destructivos mejillones quagga y cebra. Hasta el momento, el río Columbia es uno de los únicos ríos importantes de EEUU que permanece libre de estos bivalvos que obstruyen los equipos y destruyen los ecosistemas locales.
Para comprender cómo podrían propagarse las nuevas especies invasoras, un equipo dirigido por la Universidad Estatal de Washington estudió las almejas asiáticas (Corbicula fluminea) existentes con la esperanza de ver qué podría limitarlas. Desafortunadamente, la respuesta fue: no mucho.
Adaptabilidad y supervivencia
“Lo que me impresionó fue la gran variedad de hábitats en los que las almejas asiáticas pudieron establecerse y sobrevivir”. Esto lo dijo Salvador Robb-Chavez, recién graduado de maestría de WSU y autor principal del estudio. «Encontramos evidencia de su presencia en casi todas partes en la parte baja del río Columbia».
Para este estudio, los investigadores tomaron muestras de 27 sitios a lo largo de 481 kilómetros del río, que se extiende desde el océano hasta Richland, Washington. Descubrieron que las almejas asiáticas podían vivir en una variedad de temperaturas, calidad del agua y sustratos, como limo, arena o roca.
El equipo encontró una mayor abundancia de almejas asiáticas debajo de la presa de Bonneville que encima de ella. Y su mayor concentración, unas 430 almejas individuales por metro, se encontró en la confluencia del río Sandy en Gresham, Oregón.
Las almejas tendían a ser más frecuentes en aguas más cálidas y donde la pendiente de la orilla o del lecho del arroyo era menos empinada o más arenosa. Pero pocos hábitats carecían por completo de almejas asiáticas.

Invasoras globales eficaces
Consideradas invasoras globales, las almejas asiáticas se han encontrado en casi todos los continentes. Desembarcaron en el noroeste de los EEUU hace casi un siglo. Y llegaron al río Columbia alrededor de 1938, posiblemente en el agua de lastre de algún barco.
El problema es que solo se necesita una almeja asiática para iniciar una invasión, ya que se autofecundan. Estos moluscos bivalvos han interrumpido las redes alimentarias del río Columbia y han afectado a la biodiversidad local.
Estos moluscos comen el mismo plancton que los mejillones nativos, que son las presas naturales del salmón. Por si esto fuera poco, los penachos de larvas envueltos en secreciones mucosas pueden obstruir la infraestructura acuática Por esta razón causan daños no solo ecológicos sino también económicos.
Robb-Chavez comento qué. Si bien actualmente el río Columbia tiene una población de almejas asiáticas preocupante, hay lugares en los que el problema es más grave aún. Por ejemplo, en los ríos de la costa este y el lago Tahoe en California.
Hay invasores peores
Y por muy malas que puedan ser las almejas asiáticas, los mejillones quagga y cebra son peores. Si bien no se autofertilizan, estos bivalvos se reproducen con extremada rapidez. Por ejemplo, un mejillón cebra hembra puede liberar hasta 40 000 huevos. Y lo hacen hasta cuatro veces al año. Ya han causado daños por valor de millones de dólares en los Grandes Lagos, al obstruir las tomas de agua y amenazar los ecosistemas nativos.
El río Columbia ha evitado hasta ahora una invasión de estos moluscos que originalmente provienen de Rusia y Ucrania, pero existe una fuerte vigilancia para mantener el río libre de ellos. Puesto que hasta los musgos que se venden para las peceras (y que pueden acabar en los ríos) están infestados de larvas de estos mejillones.
“Los humanos a menudo son responsables de la propagación de especies invasoras”, dijo Robb-Chavez. “Si es un navegante, asegúrese de limpiar el casco, la bodega y el remolque, de acuerdo con las pautas del Departamento de Pesca y Vida Silvestre. Si tiene peces como mascotas, tenga cuidado y sea exigente con lo que pone en su pecera. Y sobre todo, que vigile donde tira los desechos.” La almeja asiática vive mejor en EEUU que en Asia.

Referencia: artículo publicado en la revista International Review of Hydrobiology. Además de Robb-Chavez, los coautores de este estudio incluyen a su profesor asesor Stephen Bollens y Gretchen Rollwagen-Bollens de WSU Vancouver, así como a Timothy Counihan del USGS. Esta investigación recibió el apoyo de la Asociación de Protección de Lagos del Estado de Washington.