La producción mundial de plástico aumentó de cinco millones de toneladas en 1950 a 322 millones de toneladas en 2015. Como resultado de su durabilidad, los desechos plásticos son ahora omnipresentes en los ambientes acuáticos, tanto en aguas interiores (lagos, presas y ríos), como en aguas oceánicas e, incluso, en el suelo y el aire.

Existe una gran diversidad de fuentes que contribuyen a la carga de la contaminación plástica; todas ellas derivadas de las actividades humanas de áreas densamente pobladas o industrializadas, de vertederos y del turismo.

Las aguas residuales de las plantas de tratamiento municipales desempeñan un papel crítico en el destino y transporte de microfibras en el medio ambiente, ya que aportan cantidades importantes de fibras sintéticas provenientes del lavado de ropa y de microesferas por el uso de productos de cuidado personal, entre otros. Otras fuentes son los residuos de los empaques de alimentos y bebidas, resinas de pintura, materiales de uso en embarcaciones, redes de pesca y artículos empleados en la acuicultura.