El matrimonio de conveniencia de la construcción y la administración local ha durado lo mismo que el boom de la vivienda. El fin de los beneficios inverosímiles y el abandono de la demanda han llevado a los constructores a eliminar grasa, vigilando hasta el último céntimo de los costes en busca de rentabilidad. Al tiempo, los ayuntamientos sondean varias estrategias para recuperar el dinamismo recaudatorio, ya que el desplome del mercado residencial ha minado sus arcas.
Vía libre para poder cobrar impuestos por las placas solares
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