Un descubrimiento sobre las alcantarillas ha puesto en jaque a medio mundo. Lo que por mucho tiempo ha parecido un simple medio para desprendernos de todo aquello que “no sirve”, hoy podría convertirse justo en lo que necesitamos. En este punto, conviene que nos detengamos en el hecho de cómo surgió el término alcantarilla. Apareció como el diminutivo de alcántara.
Según la Real Academia Española (RAE), alcántara es una caja tipo baúl que, en un telar de terciopelo, se utiliza para guardar la tela que se labra. Sin embargo, el término alcantarilla no está ni cerca del uso de telares. Referencia un sumidero o acueducto subterráneo que permite recolectar aguas residuales o de lluvia para movilizarlas mediante conductos.
El mecanismo más antiguo de alcantarilla fue encontrado en Nippur, una ciudad de cultura sumeria. Actualmente, es parte de Irak. Con este descubrimiento, se puso de manifiesto que dichas alcantarillas se construyeron alrededor del año 3750 antes de Cristo. Las alcantarillas surgieron en la vida del ser humano como una forma óptima de evacuar las aguas pluviales. Con su uso, se evitan estancamiento e inundaciones. Sin embargo, ahora el mundo las mira de otra forma.
¿Qué tienen de valioso las alcantarillas españolas?
Tras saberse que Castilla-La Mancha destina fondos para 240 estaciones depuradoras de aguas residuales, ha salido a la luz el valioso tesoro masivo que atesoran las alcantarillas españolas y de todo el mundo.
El hidrógeno verde ha obtenido un gran reconocimiento debido al actual proceso de descarbonización.
Ha llegado a ser una de las grandes apuestas de la Unión Europea para impulsar la transición energética. Sin embargo, aunque para generarlo se recurre a energías renovables (como la solar o eólica), entraña un problema: consume una gran cantidad de agua dulce.
Un grupo de investigadores busca erradicar este problema usando aguas residuales. Este tipo de aguas albergan varios contaminantes. La lógica dice que esto haría complejo el proceso de electrólisis.
Disponen de níquel, platino, cromo y otros metales que, hasta el momento, se tenían que extraer del agua a través de un costoso procedimiento de purificación antes de usar esa agua en la electrólisis.
No obstante, un equipo de la Escuela de Ciencias de la RMIT australiana ha interceptado una manera de aprovechar esos metales para agilizar la producción de hidrógeno verde.
Usar aguas residuales para crear hidrógeno: el tesoro oculto de las alcantarillas
En el proceso de electrólisis, los electrodos comprenden un elemento clave porque es el que facilita la reacción que separa el agua en sus componentes base: hidrógeno y oxígeno.
Para realizar este despliegue, se recurre a un ánodo (donde el agua se descompone haciendo una liberación de oxígeno y electrones) y un cátodo (los protones ganan electrones y crean moléculas de hidrógeno).
En el ánodo y cátodo se emplean metales como níquel, platino o iridio como los presentes en aguas residuales. Lo que proponen los profesionales del RMIT es aprovecharlos. Para hacerlo, el electrodo ha sido elaborado con una superficie de carbono absorbente que atrae los metales presentes en las aguas residuales.
Es como si se tratara de un imán. Una vez que los “atrapa”, genera catalizadores que llevan la electricidad y empieza la tarea de dividir el agua en sus componentes.
Nasir Mahmood es uno de los expertos detrás de este invento. Como advierte Miragenews, ofrece una explicación sobre la reacción de la siguiente forma.
El catalizador acelera una reacción química sin consumirse en el procedimiento. Esto permite que los metales interactúen con otros elementos presentes en las aguas residuales. Además, potencia las reacciones electroquímicas óptimas para dividir el agua en oxígeno e hidrógeno.
Potencial de las alcantarillas como creadoras de hidrógeno
El equipo llevó la idea más allá de la teoría. Desarrolló un dispositivo que demostró poder operar continuamente durante 18 días con una reducción mínima de rendimiento y consiguiendo un 89% de eficiencia en la conversión de energía. Según recogen en ACS, con una estabilidad del 95%.
No es algo tan fácil como tomar agua residual y utilizarla. El equipo confirmó que usó aguas residuales que se habían sometido a algún tratamiento para descartar residuos sólidos, materia orgánica y otros nutrientes (no los metales).
El agua usada en la prueba tiene su origen en residuos agrícolas. Lo próximo será hacer experimentos con otros tipos de aguas residuales, dado que no todas disponen de la misma cantidad de metales en su composición.
Así las cosas, las alcantarillas españolas (y de todo el mundo) esconden un tesoro masivo de recursos para producir energía. En este contexto, conviene tener presente la normativa de la UE sobre tratamiento y gestión de las aguas residuales urbanas, más necesaria que nunca.