Las baterías de bajo consumo están dejando de ser atractivas ante el surgimiento de unas células que podrían cambiarlo todo en el mundo. Cabe destacar que el modo de bajo consumo se trata de una función presente en la mayoría de los dispositivos electrónicos modernos.
Este rasgo permite que el dispositivo disminuya su consumo energético y, por ende, amplíe la duración de la batería. En un mundo hiperconectado, en el que el portátil ha pasado a ser una importante herramienta de trabajo, estudio y ocio, disponer de una batería externa óptima ha pasado de ser una opción a una necesidad.
Puede marcar la diferencia entre cumplir una entrega o quedarse fuera de plazo. Por este motivo, escoger mal la batería utilizada puede ser un error desastroso. La elección condiciona el rendimiento, limita el tiempo de uso y, en los peores casos, genera daño en el equipo.
La capacidad de una batería externa se mide en miliamperios hora (mAh). Sin embargo, no todos los ordenadores portátiles consumen la misma cantidad de energía, como tampoco todas las baterías otorgan una la misma eficacia.
Una powerbank de 10 000 mAh es suficiente para cubrir las necesidades de un smartphone, pero no alcanzará la demanda de un ordenador portátil. En el caso de equipos livianos con procesadores de bajo consumo, como los que se basan en la arquitectura ARM, puede rendir incluso una carga completa.
No obstante, si el portátil dispone de una pantalla de gran tamaño, gráfica dedicada o de alto rendimiento, conviene la búsqueda de baterías a partir de los 20 000 mAh.
Las baterías convencionales dejan de ser interesantes: estas células aportan algo más
Ni la batería de agua más grande de Europa logró sorprender tanto como las células solares de alta eficiencia que está trayendo Lenovo en sus teclados.
Según registra EcoInventos, la compañía multinacional ha comenzado a instalar revolucionarias células solares de alta eficiencia en sus teclados, sustituyendo baterías y acotando residuos electrónicos.
Ambient Photonics ha irrumpido en el mercado energético con unos dispositivos electrónicos de bajo consumo que funcionan con células solares sensibilizadas por colorante (DSSC). Se trata de una tecnología inspirada en procedimientos naturales, como la fotosíntesis.
Estas células pueden producir suficiente energía incluso en escenarios escasos de luz, lo que las transforma en una opción viable para sustituir baterías en artículos como controles remotos, sensores, pantallas electrónicas para estanterías y teclados, como es el caso del nuevo teclado de la marca Lenovo, que ya implementa este concepto.
¿Cómo funcionan las “baterías” definitivas?
Las DSSC usan pigmentos especiales (colorantes) situados entre dos láminas de vidrio fino. Cuando los fotones tienen incidencia sobre el pigmento, liberan electrones captados por una capa conductora, produciendo electricidad.
El procedimiento es parecido al que sucede en la fotosíntesis. Actúa como lo haría la clorofila: absorbe luz y libera electrones. Este mecanismo consiente que las células funcionen en ambientes de escasa iluminación. Por ejemplo, el interior de una vivienda, oficinas o almacenes, escenarios en los que las placas solares convencionales no resultan eficientes.
Las baterías que nadie vio venir: ofrecen una menor huella de carbono y una efectividad única
Uno de sus aspectos clave radica en una menor huella de carbono. Según un análisis de ciclo de vida externa, las DSSC producen hasta un 90% menos de emisiones de CO2 por unidad de energía generada en comparación con las baterías convencionales.
Sumado a esto, descartan la necesidad de uso de baterías desechables, disminuyendo el costo y la logística vinculados al mantenimiento de estos dispositivos.
Ambient Photonics ha instaurado su primera planta de producción automatizada en Scotts Valley, California, con capacidad para elaborar cientos de miles de células al mes, para llegar a millones de unidad el año que viene.
Si este tipo de células se adoptan a gran escala, podrían convertirse en una pieza clave en la transición hacia la economía circular y baja en carbono, dejando de lado las baterías tradicionales. En paralelo, Francia desarrolla un sistema de almacenamiento que solo necesita aire.