China vuelve a sorprendernos, pero esta vez por sus habilidades para generar energía. En un laboratorio ultrasecreto, el gigante asiático podría tener la respuesta para la transición energética y aunque parezca una locura, está relacionada con unos monstruos gigantes y poderosos, pero ¿Cómo es posible esto?
China vuelve a sorprendernos
Las energías renovables son cada vez más importantes, tanto para nuestros bolsillos, como para nuestro planeta, sin embargo, para lograr la transición energética, podemos tomar muchos caminos diferentes y China ha elegido uno muy misterioso.
Resulta que para China, la magia está los océanos y su meta es construir turbinas eólicas tan grandes y poderosas que puedan generar una cantidad increíble de electricidad, pero que a la vez sean capaces de sobrevivir a tifones y tormentas durante dos décadas.
El gigante asiático ha inaugurado un laboratorio ultrasecreto con una tecnología que no existe en ningún otro lugar del mundo. No se trata de una fábrica, sino de un banco de pruebas diseñado para crear y certificar a los verdaderos monstruos, gigantes y poderosos que dominarán la energía en alta mar.
China ya puso en marcha la máquina de pruebas más grande del mundo para turbinas de viento, con capacidad para modelos de hasta 35 MW, pero esta máquina no solo es enorme, sino que puede simular todo lo que le pasaría a una turbina en el mar durante 20 años, pero ¡lo hace en solo un año!
Un laboratorio monstruoso
Este gigantesco laboratorio se encuentra en la ciudad costera de Yingkou. Fue diseñado y construido usando una cadena de suministro 100% nacional, demostrando la autonomía tecnológica de China en este sector.
El corazón de este monstruo son seis cilindros hidráulicos (como enormes brazos robóticos) de 100 toneladas cada uno, que permiten aplican fuerzas en todas las direcciones para imitar de forma precisa y salvaje las peores condiciones del océano
Sus ventajas son tan sorprendentes como las de este sistema que limpia cualquier agua. Pueden simular vientos de tifón y cambios muy fuertes de carga. Esto asegura que piezas clave de la turbina, como los generadores y las cajas de engranajes, resistan cualquier castigo.
Su capacidad también es impresionante, pues la instalación alcanza un par máximo de 36 MN⋅m y un momento flector de 80 MN⋅m, niveles que no se habían visto antes en ninguna otra prueba de laboratorio.
Esta capacidad es única porque permite a los ingenieros hacer pruebas de desgaste muy rápidas. El objetivo no es solo decir que la turbina funciona bien, sino descubrir los fallos antes de que ocurran para asegurar que estas máquinas gigantes sean totalmente seguras y duren mucho tiempo.
China quiere liderar la transición energética
El primer prototipo en pasar por este laboratorio es una turbina offshore (en alta mar) de 26 MW que, además, incluye un sistema de almacenamiento de energía (baterías) de 10 MWh. Con este primer ensayo, China demuestra que está avanzando a pasos agigantados.
El gigante asiático ha pasado de turbinas de 16 MW a probar modelos de más de 25 MW en menos de tres años y la construcción de esta plataforma de 35 MW nos demuestra que no va a frenar su ambición en energía eólica.
Al ser dueña de esta tecnología y tener su propio sistema de pruebas, China logra una transición energética fuerte e independiente. Así el país no dependerá tanto del petróleo o el gas, ni de los problemas que tengan otros países.
Pero eso no es todo, pues crear turbinas de hasta 35 MW es un logro técnico con muchos beneficios. Al ser más grandes, se necesitan menos turbinas para generar la misma electricidad, reduciendo el espacio, los costos de instalación y los costos de mantenimiento ¿No es asombroso?
China está liderando la carrera de la transición energética, pues mientras otros países avanzan a ritmos más lentos, China ya está probando los prototipos del futuro y creando materiales que parecen sacados de una película. Con este laboratorio ultrasecreto, el gigante asiático se ha posicionado para dominar la próxima generación de energía eólica, haciendo que su ritmo de innovación sea, por ahora, inalcanzable para el resto del mundo.