Las personas que residen en entornos rurales más bien pequeños no se muestran tan abiertos o favorables a la implantación de infraestructuras de energías renovables como los que viven en espacios urbanos medios.
Es la conclusión a la que ha llegado un estudio llevado a cabo por la Universitat Rovira i Virgili (URV), que destaca la «necesidad de adaptar las políticas de transición ecológica a las particularidades socioeconómicas y territoriales de cada región».
Esa aceptación de estos residentes depende de factores diversos: el tamaño del municipio, la presencia previa de estas instalaciones en el territorio, el nivel educativo, la edad o incluso el tipo de empleo de los habitantes.
Las ciudades medias urbanas, más a favor del despliegue de renovables
Los habitantes de los entornos urbanos, especialmente de las ciudades medias, se muestran más favorables a la implantación de nuevas infraestructuras energéticas que los de zonas rurales pequeñas.
Así lo señala un estudio de la Universitat Rovira i Virgili (URV), que destaca la necesidad de adaptar las políticas de transición ecológica a las particularidades socioeconómicas y territoriales de cada región.
La investigación revela que la aceptación ciudadana de las infraestructuras energéticas «no es homogénea» y está condicionada por factores como el tamaño del municipio, la presencia previa de estas instalaciones en el territorio, el nivel educativo, la edad o el tipo de empleo de los habitantes.
Los residentes en entornos urbanos son más favorables que los de las zonas rurales a la llegada de nuevos proyectos, especialmente si están vinculados con las energías renovables.
Asimismo, las centrales nucleares son mejor valoradas en municipios medios y grandes, con una aceptación aproximadamente un 6 % superior a la de los pueblos pequeños.
La percepción ciudadana también se ve influida por la experiencia previa con este tipo de instalaciones: las centrales hidroeléctricas generan actitudes más favorables, mientras que las nucleares y los parques solares tienden a reducir la aceptación de nuevas instalaciones similares.
Respecto a la edad, por cada año la aceptación se reduce un 0,4 %; mientras que las personas activas en el mercado laboral, sobre todo las que trabajan en el sector energético, y las jubiladas están más a favor de estas instalaciones que estudiantes o personas que se dedican al cuidado del hogar.
«Estos datos ponen de relieve que diseñar políticas energéticas sin tener en cuenta las diferencias territoriales y sociales puede comprometer el éxito de la transición ecológica. Entender qué condiciona la aceptación social de estas infraestructuras es clave para impulsar un modelo energético más sostenible y eficiente«, afirman los autores del estudio, que se ha basado en una encuesta a más de 7.000 personas en los últimos meses.
La investigación, liderada por la URV, forma parte del proyecto Spectrum, financiado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades y los fondos Next Generation EU. EFE / ECOticias.com