Mientras el mundo busca desesperadamente nuevas formas de abastecimiento energético, ha aparecido una tecnología capaz de extraer energía del ambiente. En el ámbito energético de hoy, coexisten dos demandas que la humanidad se ve obligada a conciliar: asegurar un suministro cada vez mayor de energía y, en paralelo, acotar de manera significativa las emisiones de carbono. La presión por cumplir con ambos objetivos al mismo tiempo está dando como resultado el surgimiento de tecnologías y formas de energía que hasta hace un tiempo atrás nos hubieran parecido imposibles.
¿Por qué necesitamos más energía?
No solo necesitamos energía. También necesitamos que sean renovables, como se acuña en la COP30. El incremento de los costos energéticos y el aumento sostenido de la demanda, sobre todo por la digitalización y el auge de la inteligencia artificial, son dos de los motivos que obligan a profesionales de todo el mundo a experimentar con nuevos tipos de energía.
En el último tiempo, la búsqueda de nuevas formas de energía sostenibles ha tomado importancia producto de la subida de la demanda de energía internacional y los efectos devastadores que tiene el cambio climático.
Los combustibles fósiles nos ofrecieron su rendimiento durante décadas, pero su huella ambiental ha tenido como resultado una degradación en el medio ambiente. Por ende, resulta crucial explorar nuevas opciones eficientes y respetuosas con el entorno.
En este contexto, están llegando iniciativas energéticas de diferentes partes del mundo, motivadas por gobiernos, sector privado y comunidades locales que quieren ser parte del cambio.
La nueva tecnología de la que vamos a hablar a continuación extrae energía del ambiente. Esa que solo podemos sentir. Aunque no la vemos sabemos que está ahí.
Obtener energía del ambiente, la premisa de la nueva tecnología estadounidense
Un grupo de ingenieros estadounidenses de la Universidad de California en Davis ha creado un motor Stirling que produce energía mecánica nocturna conectando la Tierra con el frío del espacio. Se trata de un motor experimental que aprovecha la diferencia térmica existente entre el suelo y el cielo nocturno.
Haciendo esto genera hasta 400 mW/m2 de energía mecánica. La tecnología desarrollada por el equipo es capaz de originar esta energía mecánica durante la noche. Para ello, solo recurre a la diferencia de temperatura entre la superficie terrestre y el frío extremo del espacio.
Este importante progreso para la humanidad tiene a la cabeza al profesor Jeremy Munday y el investigador Tristan Deppe. Basa su nueva energía en la tecnología poco explorada del motor Stirling.
Al contrario de lo que sucede con los motores tradicionales, dependientes de combustibles fósiles o significativos saltos térmicos, el motor Stirling puede realizar su función con diferencias térmicas mínimas.
Esto lo convierte en un producto sumamente interesante para aplicaciones en las que no hay acceso directo a fuentes de calor intensas.
Proceso para crear energía a partir del frío del espacio
El equipo de profesionales halló un método original de que el motor se mantuviera activo durante la noche sin necesidad de ningún tipo de combustión. La clave es el enfriamiento radiativo. El mismo fenómeno que ocurre cuando nos encontramos bajo un cielo despejado.
Colocan la máquina sobre el suelo, utiliza una antena radiativa para conectar térmicamente con el espacio profundo, que se halla a unos -270ºC. El suelo retiene parte del calor capturado durante el día, por lo que toma el rol de fuente caliente. De esta manera, el motor queda “atrapado” entre dos temperaturas.
Por un lado, la Tierra que sigue tibia y, por otro, el espacio helado. Esta configuración ha sido sometida a un año de pruebas al aire libre, generando un mínimo de 400 milivatios de potencia mecánica por metro cuadrado.
Cantidad suficiente para brindarles abastecimiento a discretos ventiladores o producir electricidad de manera constante durante la noche. En ubicaciones con cielos despejados y poca humedad, como desiertos o altiplanos, el rendimiento mejora considerablemente.
Aunque esta tecnología todavía se encuentra en fase experimental, podría utilizarse a modo de ventilación nocturna pasiva en invernadero, en sistemas de refrigeración sin electricidad o sensores autónomos. Como no depende de batería ni combustibles, se alza como una solución de energía resiliente y de escaso mantenimiento. En paralelo, se ha expuesto que estas serán las energías que dominarán el próximo año.















