¿Energía solar comestible? Existen unos extraños cultivos que planean lo imposible. Se trata de un proyecto tan ambicioso como el de Europa, que ha encontrado energía solar bajo tierra. Hace años que el concepto “agrovoltaica” está presente. Esta es una tecnología que combina la producción de energía eléctrica a partir de paneles solares fotovoltaicos con la generación agrícola o ganadera.
De alguna manera, hablamos de “energía solar comestible”, ya que recurrir a esta tecnología permite incrementa la eficiencia de los cultivos, bajar el impacto ambiental e impulsar la producción sostenible en el sector agrario. La técnica fue concebida por Adolf Goetzberger y Armin Zastrow en 1981.
Para el año 2019, algunos expertos comenzaron a utilizar el término de una forma más amplia. Incluyeron en este concepto cualquier actividad agrícola realizada entre paneles solares, incluidos los conjuntos solares tradicionales que, en principio, no se diseñaron para este doble uso. Es el caso de las ovejas que pueden pastar entre paneles solares convencionales sin necesidad de modificarlos.
Paneles solares bifaciales verticales, el futuro de la energía solar comestible
En este contexto, surgió una solución innovadora para llevar adelante la “energía solar comestible”: paneles solares bifaciales verticales. Según New Scientist, esta tecnología genera energía limpia, al tiempo que protege los cultivos y optimiza el empleo de las tierras agrícolas, resolviendo problemas habituales de las instalaciones solares convencionales.
Los paneles solares bifaciales, creados para capturar energía por ambos lados, se disponen en filas verticales en los campos agrícolas, orientados al este y oeste. Esta ubicación permite producir electricidad por la mañana y por la tarde, lapsos de elevada demanda eléctrica. Además, proceden como rompevientos.
Protegen los cultivos del efecto provocado por las corrientes de aire y contribuyen a la conservación de la humedad del suelo. Infobae recoge las declaraciones de Marta Victoria, investigadora de la Universidad de Aarhus en Dinamarca, quien asegura que esta técnica pone solución a varios problemas relacionados con los paneles inclinados.
Algunos de estos inconvenientes son el sombreado excesivo que limita el progreso de las plantas y la competencia por el espacio dirigido a cultivos o pastoreo. “Colocar los paneles de manera vertical deja el máximo espacio del campo libre para la agricultura”, advierte la experta en investigaciones de esta categoría.
Energía solar comestible: el alcance de los paneles solares bifaciales quedó demostrado en Dinamarca
En un experimento llevado adelante en Dinamarca, los investigadores instalaron un sistema de 44,4 kilovatios de paneles solares bifaciales sobre campos de trigo de invierno y trébol. Los paneles, dispuestos a 50 centímetros del suelo y con una altura máxima de 3 metros, permitieron analizar los efectos de esta tecnología en la producción de energía y el rendimiento agrícola.
El análisis se extendió por un año y derivó en resultados satisfactorios. Para empezar, las velocidades promedio del viento bajaron un 50% en comparación con lo registrado en un campo sin paneles. Asimismo, el establecimiento de un microclima más estable ayudó a conservar la humedad.
Sumado a esto, la cosecha fue equivalente a la de un campo de control, por lo que el cambio en el tipo de panel no fue negativo para el rendimiento de los cultivos. Aunque la electricidad producida por este tipo de panel fue menor a la de un sistema inclinado, la producción coincidió con los horarios de mayor consumo, maximizando su uso.
Mientras los estudios y aplicaciones comerciales avanzan, queda demostrado que la energía solar comestible tiene el potencial suficiente para transformar la agricultura y el sector energético. Un escenario que se ha visto contrariado por la prohibición de energía fotovoltaica en este país: lo que han descubierto está en España.




















