Una conclusión contundente ha sacudido el panorama de la energía en España tras el último debate organizado por el Colegio de Economistas de Valencia. Los especialistas han querido ser claros y advierten de que la instalación de nuevas plantas fotovoltaicas en España se encuentra en un “punto muerto”.
La causa no es la falta de sol ni de tecnología, sino un fenómeno de “sobregeneración” que ha convertido la rentabilidad de estos proyectos en una quimera. Ander Muelas, presidente de Endurance Motive, ha sido claro al indicar que las plantas solares fotovoltaicas puras “están muertas”. Los datos que maneja el sector muestran que la producción de energía en las horas centrales del día es tan elevada que el mercado no puede absorberla, lo que hunde los precios y desincentiva cualquier nueva inversión a corto plazo.
La situación actual es el resultado de un crecimiento explosivo en un periodo muy corto. En apenas tres años se han instalado cerca de 25 Gigavatios (GW) de potencia fotovoltaica, una cifra impulsada por la alta rentabilidad que ofrecía esta tecnología en sus inicios. Ahora bien, el escenario ha cambiado radicalmente. En el presente ejercicio se ha comprobado que, durante la franja horaria que va de las 12 a las 18 horas, el precio del mercado spot de la electricidad en España marca cero euros en un número muy significativo de ocasiones.
Roberto Gómez, economista y profesor de la Universidad Europea de Valencia, aporta un dato sobre esta tendencia (el año pasado hubo 800 horas en las que el precio fue de cero euros y otras 300 en las que llegó a ser negativo). Según Gómez, esto constituye “una anomalía en un mercado porque nos sobra el servicio”.
El almacenamiento como único salvavidas
Ante este escenario de precios nulos que impiden recuperar la inversión, los expertos coinciden en que es “muy difícil que se metan inversiones en nuevos parques” hasta que no cambie la arquitectura del sistema. La solución propuesta pasa obligatoriamente por el almacenamiento.
Muelas y otros ponentes como Christian Barba, de EDP Renewables, abogan por la instalación masiva de baterías y sistemas que permitan guardar esos excedentes de producción diurna para verterlos a la red en las “horas no solares”, cuando el sol ya no brilla y la demanda sigue activa.
El reto es mayúsculo y no será inmediato. El sector estima que es necesario desplazar unos 30 GW de potencia hacia esas horas nocturnas para equilibrar el mercado. A pesar de ello, la infraestructura actual está muy lejos de esa meta.
Muelas señala una desproporción abismal en las cifras actuales (tenemos instalados solo 26 MW de almacenamiento frente a más de 30 GW de potencia solar). Por ello, vaticina que la reactivación de las fotovoltaicas “no será hasta dentro de tres o cuatro años”, el tiempo necesario para que la tecnología de almacenamiento se despliegue y “compense” el sistema.
Una isla energética con conexiones saturadas
Otra de las vías para dar salida a esa “sobregeneración” sería la exportación de energía a nuestros vecinos europeos, pero aquí la geografía y la política juegan en contra. Los expertos recuerdan que España funciona en la práctica como una “isla energética”.
Las conexiones con Francia son escasas y, tal como apunta Roberto Gómez, las conducciones existentes “se saturan rápidamente. A esto se suma que el país galo “no está por la labor” de facilitar una mejora sustancial en estas interconexiones, lo que obliga a España a buscar soluciones internas para gestionar su propia abundancia energética.
A pesar del frenazo en la inversión fotovoltaica pura, el sistema eléctrico español ha demostrado robustez. Ante la duda de si podrían repetirse apagones o fallos de suministro, los especialistas aseguran que la red está actualmente “sobreprotegida”.
Los ciclos combinados actúan como respaldo de seguridad y están “a la espera para salir al auxilio en caso de necesidad”. Una garantía que, si bien tiene un coste elevado cercano a los 800 millones, se considera “necesaria” para mantener la estabilidad del suministro.
Carlos Mínguez, socio de Andersen, lanza una mirada a largo plazo y subraya que el futuro no pasa por una única tecnología. “Vamos a un sistema en el que van a convivir diferentes formas de producción de energía”, afirma. Mínguez destaca que, si se observa la perspectiva de los últimos 20 años, España ha logrado hitos impensables como una penetración del 65% de renovables.
Además, introduce un matiz terminológico importante para el debate ecológico (es necesario hablar de “desfosilizar” la energía en lugar de descarbonizar). “Sin carbono este planeta no existiría. Abandonamos las energías fósiles, pero no el carbono”, sentencia, recordando que la transición energética es un proceso complejo que va más allá de instalar paneles solares.














