Dinamarca ya ha dado que hablar y ahora nos sorprende con un nuevo superconductor. con seres vivos. Imaginemos las paredes de una casa, además de albergar bellos recuerdos, nos protege del clima pero, ahora, también serán capaces de guardar energía cada día. Suena extraño pero un grupo de científicos ha logrado crear algo que nadie esperaba.
La sostenibilidad de la construcción
Los materiales en la construcción son difíciles de cambiar, nada es más firme que el cemento o más aislante que el poliestireno expandido o la lana mineral, por lo que los científicos ya no buscan reemplazarlos sino volverlos más amigables con el medio ambiente.
La búsqueda de nuevas formas de almacenar energía ha llevado a los científicos por caminos cada vez más raros. Desde baterías de litio hasta sistemas de aire comprimido, todo el mundo intenta resolver lo mismo: guardar electricidad sin que cueste un ojo de la cara.
El resultado de estas innovaciones es algo que rompe todas las reglas de la construcción, no se trata de pegar paneles solares en las paredes, sino de algo mucho más radical que tiene a toda Europa con la boca abierta.
Seres vivos en el cemento
Investigadores de la Universidad de Aarhus han dado en el clavo, probaron con algo distinto y curioso. Tomaron el cemento común y corriente y lo mezclaron con bacterias Shewanella oneidensis, que tienen la habilidad de transferir electrones fuera de sus células.
Estas bacterias, al unirse en la mezcla, arman una res de carga interna que convierte el material en un super conductor. El cemento sigue siendo el mismo, duro, poroso y resistente, pero ahora puede guardar energía eléctrica.
Lo beneficioso de esta idea es qué, a pesar de la muerte de las bacterias, el sistema sigue funcionando por los biofilms que dejaron. No es que se dejen a las baterías para morir, sino que los científicos le pusieron una red de canales que permite inyectar nutrientes para mantenerlas vivas.
La nueva competencia contra las baterías
Las pruebas de laboratorio han sido positivas, tanto así que el “cemento vivo” llegó a una densidad energética de 178,7 Wh/kg, casi comparable que algunos condensadores de ion-litio. Algo nunca antes visto, un material de construcción compitiendo contra la mejor batería del mercado.
Las pruebas practicas siguen dando bueno resultados, seis bloques de este material lograron prender una luz red durante un largo periodo. Sonará poco, pero con esto se comprueba que el cemento vivo funciona y al igual que este descubrimiento de energía, desmuestra que la clave está en pensar diferente.
Estas pruebas aisladas no bastan para emocionar al mundo científico, por lo que los probaron las condiciones extremas: desde -15°C hasta 80°C, y aguantó más de 10 000 ciclos de carga manteniendo el 85% de su capacidad.
Esto significa que si se llega a construir una habitación son solo este cemento, se podría almacenar hasta 10 kWh de energía, suficiente para que funcione un servidor empresarial todo el día, ya que cada pared trabaja como parte del sistema energético.
Más limpio y barato que el litio
La competencia es dura. El lito han sido la “única opción” para las baterías normales, tanto sintético cómo natural, pero el cemento vivo usa materiales comunes y bacterias naturales que no son tóxicas. No hay minas destruyendo paisajes, no hay dependencia de países lejanos, solo cemento.
Se sabe que crear las baterías de litio genera toneladas de desechos tóxicos y gasta cantidades gigantescas de agua. Este cemento biológico no tiene este problema desde que se fabrica hasta que termina su vida útil.
La propuesta se alinea perfectamente con iniciativas europeas como el New European Bauhaus, que promueve mayor sostenibilidad en el diseño urbano. Países ya están considerando implementar esta tecnología; la competencia por adoptar el cemento vivo apenas está comenzando en Europa.
Dinamarca está mostrando que combinar vida microscópica con materiales de edificación puede generar innovaciones sorprendentes. Un grupo de bacterias en el cemento podría ser la solución para edificios autosuficientes que no necesiten grandes redes eléctricas. Si esto se vuelve común y considerando que el futuro ya llegó a Europa y cada muro, cada pilar o cada puente podría transformarse en un lugar de acumulación de energía que altere radicalmente la manera en que edificamos las ciudades.
















